jueves, 9 de octubre de 2008

Comunión Querétaro N°556 12/Octubre/2008 Página 2

Voz sacerdotal...

40 Aniversario de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs)
en la Diócesis de Querétaro
Los Documentos Episcopales Latinoamericanos, como Santo Domingo y Aparecida, reconocen la validez de las CEBs y afirman que han sido escuelas para formar cristianos comprometidos y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres. (Cf. SD 63; DA 178, 179 y 180).
En nuestra Diócesis, la primera CEB y de la cual, de alguna manera, surgieron otras, fue la Comunidad Eclesial de Bienaventuranzas, nombre que adoptaron porque así se llama la parroquia que las acogió, a través del P. Fidencio López Plaza, ubicada en la colonia Menchaca de la Ciudad de Querétaro. Esta comunidad eclesial, tiene sus antecedentes, a partir de una invitación del P. Ángel de la Vega, sacerdote diocesano, a quién reconocen, estiman y agradecen por haberlos encaminado y enseñado este camino eclesial, que según el testimonio de algunos de sus iniciadores, les ha ayudado a vivir el sentido de comunidad, a compartir la Palabra de Dios, a celebrar la vida y la Eucaristía, a participar solidariamente en los compromisos familiares, cívicos y religiosos desde los más pobres, siempre en comunión con la Iglesia y sus pastores.
El P. Ángel de La Vega, en el mes de septiembre de 1968 realizó una junta en la casa del señor Jesús Ruiz, con la finalidad de adquirir un terreno para la Parroquia, a la que asistieron 60 personas, todas ellas varones y vecinos de San Gregorio y de Santa Catarina y a partir de entonces continuaron con sus reuniones en distintas casas, los martes a las 8 de la noche para reflexionar la Palabra de Dios, motivo por el cual se les llamó grupo de reflexión bíblica o comunidad de San Gregorio y Santa Catarina. Muchos no continuaron, entonces el P. Ángel hizo una nueva invitación, para quedarse después de la misa de ocho de la mañana en la capilla de Santa Catarina, esta vez se integraron, entre otros, la señora Conchita y Daniel Hernández, como también algunos jóvenes.
Entre los años de 1968 a 1970 se dieron las primeras convivencias en Querétaro con otras parroquias y Diócesis, por ejemplo de San Bartolo, Gto., de la Arquidiócesis entonces de Morelia, asistiendo su párroco el P. Rogelio Segundo, uno de los fundadores de las CEBs en México, y con comunidades de Cuernavaca, Mor., Michoacán y México, D.F.
A finales de 1970 en San Bartolo, Gto., ya se hablaba primero de Comunidades Cristianas de Base y después de Comunidades Eclesiales de Base, en donde acudían para algunas reuniones los de Querétaro, ahí los sacerdotes les hablaban del Concilio Vaticano II y del Documento Episcopal Latinoamericano de Medellín.
El P. Ángel no pudo ya darles acompañamiento, ni ningún otro sacerdote, por situaciones críticas que se presentaron, entonces continuaron solos por varios años, resistieron y perseveraron no sin dificultades, hasta que llegaron a la parroquia de Bienaventuranzas, a integrarse a la vida de la parroquia y a compartir su experiencia de CEBs.
En síntesis, estos son algunos de los antecedentes de la Comunidad de Bienaventuranzas que actualmente comparte, promueve y acompaña a las nuevas comunidades que han surgido, generalmente por iniciativa de algún sacerdote y en base a talleres de Biblia, Misiones, Ejercicios, Cursos y Encuentros parroquiales, diocesanos y nacionales. En esta nueva etapa de CEBs existe articulación parroquial, diocesana y nacional, se trabaja teniendo en cuenta el Plan Diocesano de Pastoral y con el asesor y guía espiritual nombrado por el Sr. Obispo Don Mario de Gasperín, el P. Leodegario S. Ramírez González, párroco de Bienaventuranzas, Menchaca, Qro.
Felicidades a los hermanos y hermanas de CEBs de las Bienaventuranzas por su fiesta de aniversario, y nos unimos a la acción de gracias, de reflexión, de compartir experiencias, de fiesta Eucarística y de convivencia, como también, por el 16 Encuentro Diocesano de CEBs en Tierra Blanca, Gto. Que María de Guadalupe acompañe este caminar eclesial de discípulos y misioneros de Jesús.
P. Gabino Tepetate Hernández.


El arte y San Pablo...

San Marcos y San Pablo
Autor: Alberto Durero
Fecha:1526
Museo: Alte Pinakothek (Munich)
Características:214,5 x 76 cm.
Material: Óleo sobre tabla
Estilo: Pintura Flamenca
Con el nombre de los Cuatro Evangelistas conocemos dos óleos de Alberto Durero, cada uno con una pareja de estos santos varones. Durero los concibió como su contundente respuesta a la angustiosa situación espiritual que atravesaba Alemania, y él mismo personalmente. Las predicaciones de Lutero habían entusiasmado al artista, y con él a otros muchos pensadores alemanes. Pero el problema se desató cuando las masas campesinas, sometidas al hambre, las malas cosechas, los impuestos y «el poder temporal» que rechazaba Durero, hicieron suyas las propuestas luteranas y se levantaron en movimientos espontáneos contra el poder ejercido por la Iglesia y los príncipes católicos. Las muertes, la destrucción, alcanzó niveles tales que incluso Lutero hubo de renegar de aquel movimiento popular. Sin embargo, la agitación había alcanzado un nivel irreversible, que como todos sabemos, terminó con la escisión de los protestantes de la Iglesia Católica. Durero asistió a aquellos cambios como un participante hondamente comprometido. Las teorías de Erasmo y Lutero le atraían, por su oferta de sencillez, de inteligencia, de modestia en la vida, lejos del jolgorio del catolicismo que se veía como instrumento de control de la vida del hombre. Pero al mismo tiempo, veía las posibilidades de manipulación de los gobernantes y las mentes sencillas. Este sentimiento contradictorio, en la que el artista trataba de encontrar el punto equilibrado del hombre de bien, devoto pero independiente, fue el que tradujo en los Cuatro Apóstoles. Para realizar los dos cuadros, Durero se documtó exhaustivamente en los Hechos de los Apóstoles a partir de la traducción de la Biblia al alemán efectuada por Lutero. Los textos los incluyó en los dos cuadros, abajo, con una bellísima caligrafía gótica, precedidos de estas palabras suyas: «Todos los poderosos de la Tierra, en estos tiempos peligrosos, deben cuidarse de no ser engañados por nadie acerca de la palabra de Dios, porque Dios no quiere que se añada nada a su palabra, ni que nada se quite. Por eso, escucha la exhortación de estos cuatro excelentes hombres, Pedro, Juan, Pablo y Marcos...» El latín y el hebreo nada más lo hablaban los sacerdotes y los monjes, que lo aprendían en las universidades de la Iglesia, con lo que la interpretación de los textos quedaba en mano de la élite eclesiástica. Lutero tradujo la Biblia al alemán, para que cualquiera que supiera leer (que tampoco eran tantos) fuera capaz de sacar las enseñanzas divinas, sin que «nada se añada ni nada se quite».

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