miércoles, 8 de mayo de 2013

Comunión Qurétaro, 12 de mayo de 2013, Domingo de la Ascensión del Señor, No. 795


El Padre Anthony Norman ha sido llamado a la Casa del Padre
El P. Clifford Anthony Norman, nació en Chicago, Estados Unidos, el 24 de marzo de 1931. Fue bautizado y confirmado en la misma ciudad. Fue ordenado sacerdote el 30 de abril 1960. Fundador de la obra Santa María del Mexicano, que ha atendido a miles de niños, jóvenes y adultos, ofreciéndoles una vida digna y una educación cristiana. El 3 de mayo de 2013, ha sido llamado a la Casa del Padre. El funeral se levó a cabo el sábado 11 de mayo en la Basílica de Soriano a las 12:00 hrs. Descanse en paz.

Breve historia del Padre Antonio Norman y de su obra en Santa María del Mexicano.
A finales del Siglo XIX, la hacienda de Santa María del Mexicano, fue donada por la familia Mota Ugalde al Padre Florencio Rosas, con el fin de que construyera un Seminario y una casa de retiro y asistencia para los menesterosos.

Al fallecer el Padre Rosas en el año 1917, esta finca pasó a ser propiedad de la Diócesis de Querétaro.

En Enero de 1974, la diócesis y la orden de los hermanos Benedictinos, celebraron un contrato por 20 años, para establecer un monasterio y casa de internado para los niños pobres.

Esta obra quedo a cargo del hermano Gerardo Stokes, quien falleció el 16 de diciembre, después de seis semanas de haber llegado.

El 26 de diciembre del mismo año el Padre Cliford Antonio Norman, asume el cargo de la casa, contando únicamente con su fe inquebrantable en Dios y una gran Voluntad.

Al llegar a Santa María, venía acompañado por dos jóvenes, uno de ellos inválido y el otro aventurero. El segundo al ver el trabajo que tenían por delante se fue sin avisar, dejando al Padre Antonio Norman y el inválido solos.

Al hacerse cargo de Santa María del Mexicano, estaba un 85% en ruinas, los techos cayéndose, sin puertas ni ventanas, infestado de alacranes, arañas y murciélagos, no había luz eléctrica, por once años la instalación de agua estaba dudable y el camino que llega a la finca había desaparecido por completo.

A pesar de todo lo anterior sin contar con medios humanos ni económicos, con grandes dificultades por la diferencia de idiomas, el Padre Norman fue reconstruyendo poco a poco Santa María del Mexicano.

Para el año 1989, Santa María del Mexicano daba atención a 160 albergados, entre los que se contaban con niños, niñas, jóvenes, todos ellos con grandes problemas de adaptación por haber sido niños adictos, violados, golpeados, abandonados o víctimas de violencia intrafamiliar.

Ese mismo año el exceso de trabajo (18 horas diarias) las presiones económicas y la problemática de cada uno de los internos, fue minando poco a poco su salud ocasionándole serios problemas cardiacos.

El 24 de Mayo de 1989 tubo un triple By pass. Del cual afortunadamente logró salir y para el 15 de agosto del mismo año, se encontraba nuevamente en Santa María del Mexicano trabajando a un ritmo realmente agotador.

A partir de entonces y con graves problemas de salud, continuado con su obra, apoyándose ahora con un patronato y un grupo de religiosas y voluntarios que están realmente convencidos de su obra humanitaria.

A la fecha, Santa María del Mexicano cuanta con seis casas: una casa para niños, una casa de niñas, una casa de jóvenes, un asilo de ancianos, también cuenta con una finca llamada San José con capacidad para albergar a setenta niños, además cuenta con una escuela primaria y una escuela secundaria. Un grupo de jóvenes acuden a la preparatoria de Ezequiel Montes, la obra cuenta con talleres para capacitación, a la fecha hay cuatro universitarias.

Durante 25 años han sido alrededor 4,000 jóvenes hombres y mujeres que han salido de Santa María del Mexicano, convertidos en maestros, licenciados, ingenieros, doctores, secretarias, carpinteros, chóferes, mecánicos, plomeros, 14 religiosas, 7 sacerdotes y militares, en fin, gente con bases morales muy firmes y productivas a la sociedad.

La misión del Padre Norman no concluye con esta obra, además ofrece una misa todos los martes para los necesitados a la cual acuden cerca de 1000 personas semanalmente y posteriormente auxiliado por las religiosas y grupo de niñas de secundaria, da de comer a los menesterosos y les obsequia una despensa. Todas estas personas bajan de las comunidades aledañas a Santa María del Mexicano.

Esta labor le ha implicado muchos sacrificios a base de trabajar arduamente, haciendo incluso él mismo trabajos de albañilería, plomería, carpintería, aun en contra de su propia salud, pero sobretodo calladamente, ya que él prefiere permanecer lejos de los medios de comunicación, entrevistas, fotos y reportajes.

Cuando alguien le pregunta: ¿Cómo es posible llevar acabo la tarea que se ha impuesto?, él contesta que gracias a la divina providencia y a la buena voluntad de personas caritativas que aman a sus semejantes como a ellos mismos, ya que la institución se mantiene únicamente de donativos.

Es admirable que a pesar de su delicado estado de salud, el Padre Antonio siga firme al frente de esta gran obra, que según sus propias palabras le han costado sangre, sudor y lágrimas.

Esta es pues la historia de un hombre que dejó su país, su familia y sus seres queridos, para acudir al llamado de Dios en pro de los desvalidos.____________________
Signos Vitales
P. Gabino Tepetate Hernández gabino_th@hotmail.com
El Evangelio la mayor propuesta social en la historia
La dimensión social de la fe en Jesucristo, es un aspecto esencial del Evangelio y de la vida cristiana que no ha sido suficientemente propuesta en la misión evangelizadora departe de nosotros los cristianos, a pesar de contar con una Doctrina Social Cristiana o enseñanza social del Magisterio de la Iglesia que constituye un rico patrimonio emanado desde el Evangelio que ofrece principios, criterios de juicio y orientaciones para la acción.

El Evangelio no es un producto de mercado para ofrecerlo de acuerdo a las demandas de los consumidores para satisfacer sus necesidades o intereses personales, sino un proyecto de vida con implicaciones y exigencias tanto personales como sociales para un estilo de vida que crea nuevas relaciones sociales desde la fe que actúa por el amor (Gal. 5,6). La Buena Nueva de Jesús y el don de la fe con la que es asumida, tiene siempre una proyección social, con repercusiones para el bien común, característica fundamental del sentido de lo social, es decir, lo que tiene que ver con todos.

Los principios rectores de la enseñanza social de la Iglesia que desarrolla lo que es la dimensión social de la fe, tiene como preocupación principal ayudar a estudiar y analizar los problemas sociales que afligen a nuestra sociedad, para iluminar y ofrecer orientaciones y propuestas alternativas como corresponsables del porvenir de una humanidad y de un mundo mas justo y solidario. Por lo tanto, la pauta para la responsabilidad social de lo que se cree, es decir, de la fe, es el Evangelio, es así, que nuestra conducta social es parte integrante de nuestro seguimiento de Cristo, porque como enseña la exhortación para anunciar el Evangelio: «La Evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre.» (Cfr. EN 29).

El Evangelio, al ser el anuncio del Reino y del amor de Dios, es también la más grande e insuperable propuesta social de la historia, porque Jesucristo nos hace responsables de los necesitados en todos los aspectos. Se identifica con ellos y nos exige respuesta en ellos. (Mt. 25,37-40). Las primeras comunidades cristianas comprendieron y asumieron este nuevo estilo de vida de proyección social del Evangelio, porque la fe en Jesucristo supone siempre un compromiso social. (Cfr. Hech. 2,44-45).

El Apóstol Santiago advierte que una fe sin implicaciones sociales, que no trasciende en el ámbito social, está incompleta. (Cfr. St. 2,14-18). La fe implica responsabilidades en los distintos ámbitos de la vida tanto personal como social, porque la fe siempre es generadora de cambios y si esta fe no es el presupuesto básico de la conversión difícilmente habrá corazones nuevos, ni una sociedad y una humanidad nueva.

Consecuentemente, la propuesta social del Evangelio tiene que ser para nosotros los cristianos no sólo un ideal sino una norma de vida para la vida presente, para construir el Reino de Dios desde los pequeños y desde el servicio humilde, generoso y decidido, porque de acuerdo al Evangelio todo está en función del hombre, para que tenga vida «porque tanto amó Dios al hombre que dio a su Hijo, único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.» (Jn. 3,16). Que Dios los bendiga.
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LA VOZ DE NUESTRO SEÑOR OBISPO

† Faustino Armendáriz Jiménez.
IX Obispo de Querétaro

VII Domingo de Pascua - Lc. 24, 46 – 53
Dos manos que bendicen
En el momento de la Ascensión vemos dos manos que bendicen, porque el tiempo de Jesús ha concluido y ha iniciado e inaugura con ello el tiempo de la Iglesia, cuya misión es ser testigo. Esta es la tarea específica que Cristo ha puesto en las manos de todos los que son y serán discípulos; ellos tendrán que dar razón de su fe, compartiendo cuanto han visto, tocado y oído. El reto era no quedarse parados mirando al cielo sino empezar a caminar por los senderos de la misión, hasta tocar las «periferias existenciales» de aquel mundo, que como la sociedad de hoy tiende a vivir en el aislamiento e individualmente. Jesús ha partido pero no se ha ausentado pues ahora se hace presente y visible a través de la vida fraterna y de la acción de sus discípulos.

El mensaje de Jesús es claro: «Ustedes son testigos de todo esto». O sea «De la muerte y resurrección del Mesías, y de anunciar la conversión y el perdón de los pecados, en su nombre a todos los pueblos». Pero no es tan claro que los discípulos hayan entendido, ni siquiera en este último momento. Por ello el contundente mandato de Jesús de no iniciar nada antes de ser revestidos con la fuerza del Espíritu. Él sabe que somos «duros de cabeza»; incluso en la narración de Hechos de los Apóstoles todavía se atreven a preguntar «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?»; seguían pensando en un Mesías triunfal.

Jesús no cede, por ello insiste en recibir antes la luz y fuerza del Espíritu Santo, en Pentecostés, como hoy insistimos en la experiencia de un Nuevo Pentecostés para poder realizar la tarea de la Nueva Evangelización. Solo recibiendo el Espíritu y siendo dóciles a Él, se puede cambiar, renovarse, convertirse personal y pastoralmente. Por ello la consigna es clara, el católico si se considera discípulo de Jesús no puede dejar de ser misionero del amor; no podemos quedarnos con los brazos cruzados, mirando al cielo. Todos, sin excepción sea quien sea, se dedique a lo que se dedique, y que se llame católico no puede vivir despreocupado de los retos de nuestra iglesia. Nadie le puede animar al hermano diciéndole «no te preocupes». Por eso que todo bautizado entre en este camino de formación en su comunidad, para ser parte del ejército de misioneros que necesita la Iglesia. O le hacemos caso a Jesús o traicionamos nuestra identidad de Hijos de Dios. ¡Es la hora de evangelizar! Y urge el que no sigamos privando a tantos del anuncio de Cristo muerto y resucitado. No privemos a nadie de esta Buena Notica, si realmente la vivimos con alegría, y si vivimos enamorados de Cristo.

Quiero considerar también que en este pasaje, el acontecimiento de la Ascensión se ilumina con aquellas palabras de Cristo, durante su despedida: «En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, se los habría dicho; porque voy a prepararles un lugar y cuando haya ido y se los haya preparado les tomaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes». El regreso de Jesús a los cielos, con su cuerpo mortal resucitado, aporta una primera consecuencia: También nosotros tendremos un lugar junto a Él; allí en el cielo. Ese cielo será felicidad, la cual exige compañía y comunicación, donde amaremos a Dios y a todos los nuestros, sin obstáculos de tiempo o espacio. Que hermoso que de niños aprendimos una gran verdad, esta a veces quejumbrosa esperanza en la realidad cotidiana, y ante la pregunta de nuestro catequista: «¿Para qué fue el hombre creado»?, nuestra infantil e inocente voz respondía: «Para conocer y amar a Dios en esta vida y después verle y gozarle en la otra». Después, en la adolescencia, nuestro catequista de la Acción Católica nos saludaba al inicio y al final de la reunión y nos hacía repetir: «Que no vaya yo solo al cielo sino acompañado de muchos». Estamos orientados de manera natural y necesaria hacia Dios, nuestro Creador. ¡Ánimo!

Una oración: “Señor, ayúdanos a no tener ningún temor a perder la vida física, y a tener la seguridad, de que tú nos estás esperando y nos guardas un lugar en tu mesa. Gracias por esperarnos de manera acogedora y amorosa como buen Padre. Ayúdame a ganarme el cielo, a ganarme esa presencia eterna de tu amor, haciendo presente tu presencia amorosa aquí en la tierra en la Misión”

OTRA ORACION: Oremos al Señor, dueño de la vida, para que bendiga a todos los niños por nacer, y no sean víctimas del egoísmo e insensibilidad del hombre; que ninguno sea tocado con intenciones fatales, y que no sean masacrados oficialmente, como los 100 mil niños, que por el así llamado “aborto seguro” han sido aniquilados en el DF desde el 2007 a la fecha. Señor que seamos una sociedad sensible al sufrimiento de los hermanos más vulnerables y a los inocentes en el seno de su madre. Queremos que se salven los dos, madre e hijo. Que no permanezcamos indiferentes ante la avalancha de atentados que se quieran seguir cometiendo, sino que cada uno seamos tu voz, tus profetas que expresemos nuestra indignación por estos atentados que fácilmente tienen a quedarse en burbujas de indiferencia que son arrastradas por el tiempo y la inercia que nos arrastra.
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Prot. N° 25/2013
Circular N° 12/2013
Asunto: Curso Moisés
A todos los hermanos Presbíteros de la Diócesis de Querétaro:

Los sacerdotes darán testimonio auténtico del Señor Resucitado, a quien se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (cfr. Mt 28, 18), si ejercitan el propio poder empleándolo en el servicio —tan humilde como lleno de autoridad— al propio rebaño y en el profundo respeto a la misión que Cristo y la Iglesia confían a los fieles laicos y a los fieles consagrados por la profesión de los consejos evangélicos. (Cfr. Directorio para el Ministerio y Vida de los Presbíteros, 39-41).

Ante la urgencia de la Nueva Evangelización y los desafíos del secularismo incluso al interno de Iglesia, es necesario ofrecer a los sacerdotes líneas claras para que puedan ejercer su ministerio desde la autenticidad y la exigencia de radicalidad. Convencido de que el futuro del sacerdocio coincide en buena parte con el futuro de la evangelización e incluso con el de la iglesia:

Quiero animarlos a participar en el próximo curso Moisés organizado por la Escuela de San Andrés para todo el presbiterio de la Diócesis, es decir, sacerdotes diocesanos y religiosos que residen en esta Diócesis y que ejercen su ministerio en unidad con el Obispo, el cual tendrá lugar los días 20 a 23 de mayo, de las 9:00 a.m. a las 7:00 p.m., terminamos el jueves después de comer.

Agradezco su atención y su disponibilidad para apoyar y dar un nuevo impulso misionero y evangelizador a nuestro Plan de Pastoral. Ruego a Dios y a la Santísima virgen les conceda muchos frutos en este retiro de evangelización.

En la Sede Episcopal de Santiago de Querétaro, a los 4 días del mes de mayo de 2013.

Fraternalmente en Cristo y María.

† Faustino Armendáriz Jiménez
Obispo de Querétaro

Pbro. Dr. Jorge Hernández Nieto
Canciller
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Mensaje a los miembros del Movimiento Familiar Cristiano

Queridos miembros del Movimiento Familiar Cristiano Católico:

Por medio de la presente quiero expresar un cordial saludo y felicitarles por este XX Encuentro Nacional del Movimiento Familiar Cristiano Católico, que con la gracia de Dios se celebra durante estos días del 3-5 de mayo en la Ciudad de Monterey, NL., bajo el lema: «Familia, profesa, celebra y transmite tu fe».

La celebración eclesial del año de la fe que estamos viviendo, nos anima a que juntos como familia cristiana asumamos el desafío de comprometernos cada vez más en profesar, celebrar y transmitir la fe. Pues solamente así estaremos respondiendo a la tarea de la Nueva Evangelización. Es importante que descubramos en esta triada evangélica que nos propone el lema, el fundamento de la misión de la Iglesia, en donde la familia se ve comprometida por su naturaleza divina en la tarea de la Misión Continental Permanente.

Se constata con dolor, cómo los hogares sufren cada vez más situaciones adversas provocadas por los rápidos cambios culturales, por la inestabilidad social, por los flujos migratorios, por la pobreza, por programas de educación que banalizan la sexualidad y por falsas ideologías. No podemos quedar indiferentes ante estos retos. En el Evangelio encontramos luz para responder a ellos sin desanimarnos. «Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado» (DA, 18).  Cristo con su gracia nos impulsa a trabajar con diligencia y entusiasmo para acompañar a cada uno de los miembros de las familias en el descubrimiento del proyecto de amor que Dios tiene sobre la persona humana.

Ningún esfuerzo, por tanto, será inútil para fomentar cuanto contribuya a que cada familia, fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, lleve a cabo su misión de ser célula viva de la sociedad, semillero de virtudes, escuela de convivencia constructiva y pacífica, instrumento de concordia y ámbito privilegiado en el que, de forma gozosa y responsable, la vida humana sea acogida y protegida, desde su inicio hasta su fin natural. Vale la pena también continuar animando a los padres en su derecho y obligación fundamental de educar a las nuevas generaciones en la fe y en los valores que dignifican la existencia humana.

Valoro mucho el trabajo que el MFC realiza a nivel nacional, en nuestras diócesis y en las parroquias, con las familias, y de manera importante con los jóvenes y los adolescentes. No duden en seguir respondiendo con generosidad y entrega a la urgente necesidad de nuestra cultura y de nuestra Iglesia.

Como Obispo Responsable de la Dimensión Episcopal de Laicos, quiero agradecer al Matrimonio de Ricardo y Lucy Araujo por su servicio prestado al Movimiento Familiar Cristiano Católico durante estos años, y le damos la más cordial bienvenida al matrimonio de Rafael y Raquel Vivian. Yo por cuestiones de salud no he podido acompañarles, sin embargo le he pedido al Padre Jaime Gutiérrez Jiménez se haga portavoz de mi saludo y de mi bendición.

Concluyo expresando mi afecto y solidaridad a todas las familias que integran este valioso movimiento, en particular a aquellas que se hallan en situaciones de dificultad. A la vez que encomiendo a la poderosa protección de la Santísima Virgen María los frutos de este encuentro, les imparto de corazón la implorada Bendición, que extiendo complacido a cuantos están comprometidos en la evangelización y promoción del bien de las familias.

Ciudad episcopal de Santiago de Querétaro, Qro, a 3 de mayo de 2013.


 † Faustino Armendáriz Jiménez

Obispo de Querétaro y
Presidente de la Dimensión Episcopal de Laicos
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Primer Encuentro Diocesano de Equipos Parroquiales de Pastoral Social
Objetivo: Presentar el Plan de Trabajo por Dimensión y dar  material a los Equipos Parroquiales de Pastoral Social (EPPS), para que estos al día siguiente ya puedan empezar a implementar las acciones y alcanzar las metas fijadas por dimensión.

La Pastoral Social  está formada por 8 Dimensiones que son:
1. Cáritas.
2. Indígenas.
3. Movilidad Humana.
4. Salud.
5. Justicia, Paz y Reconciliación.
6. Fe y Política.
7. Penitenciaria.
8. Trabajo.
Todos los agentes de la Pastoral Social están invitados a participar en este encuentro.

Fecha: 26 de Mayo del 2013.
Lugar: Auditorio Juan Pablo II del Instituto La Paz.
Recepción: A partir de las 8:30 a.m.
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El Concilio Vaticano II (1962-1967)
En 1958, los años previos del Concilio, el Papa Juan XXIII nombró al Arzobispo de Guadalajara, a Monseñor José Garibi Rivera, Cardenal de la Iglesia, siendo el primer prelado mexicano en tener este título. En ese mismo año, el Cardenal Garibi asumió la presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano; en 1963, el cargo fue ocupado por el arzobispo de Puebla, monseñor Octaviano Márquez hasta 1967. El 25 de enero de 1959, en la celebración de la conversión del apóstol San Pablo, en la Basílica Romana que lleva su nombre, el Papa Juan XXIII anunció su deseo de convocar un Concilio Ecuménico. El gran acontecimiento de nuestra Era Moderna en el ámbito de la Iglesia fue el Concilio Vaticano Segundo, convocado por el Papa Juan XXIII y seguido y clausurado por el Papa Pablo VI.


El anuncio del Concilio Vaticano II, sorprendió a la Iglesia católica mundial y fue recibido con recelos y dudas; pensar en una reunión de obispos y especialistas para estudiar la situación de la Iglesia parecía fuera de lugar, sobre todo por un Concilio Vaticano I que había definido la infalibilidad pontificia. Se pretendió que fuera una especie de «agiornamento», es decir, una puesta al día de la Iglesia, renovando en sí misma los elementos que necesitaren de ello y revisando el fondo y la forma de todas sus actividades. Proporcionó una apertura dialogante con el mundo moderno, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemáticas actuales y antiguas. Ha sido el concilio más representativo de todos. Constó de cuatro etapas, con una media de asistencia de Padres Conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran diversidad de lenguas y razas. Fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI en 1965. Se propuso actualizar la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma. Trató de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la libertad religiosa, etc. Recordó el Concilio la llamada universal a la santidad. El Concilio Vaticano II es el hecho más decisivo de la historia de la Iglesia en el siglo XX.


El Concilio se convocó con el fin principal de:
Promover el desarrollo de la fe católica.
Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.

Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo. Tras un largo trabajo concluyó en 16 documentos, cuyo conjunto constituye una toma de conciencia de la situación actual de la Iglesia y define las orientaciones que se imponen. Las características del Concilio Vaticano II, son Renovación y Tradición.


Se inicia el proceso de renovación de la Iglesia, hay transformación social, como en toda crisis de entendimiento.; sin llegar a extremos la Iglesia se acerca con mayor sentido de responsabilidad a responder a lo que los nuevos tiempos le pedían. El Concilio que sacudió las estructuras de la Iglesia Universal y permitió que nuevos aires le trajeran renovada vitalidad. Hubo división, unos luchaban por el estatismo y otros por otra parte, querían cambiar más de prisa de lo que era prudente y posible, viniendo entonces grandes crisis.


El cardenal Garibi, hacia agosto de 1962, comenzó la organización de los materiales y temas para que la delegación mexicana introdujera en el Concilio. Algunos historiadores coinciden en que los mexicanos tuvieron una participación discreta en las primeras etapas, 1962 y 1963; sin embargo, destacó la actividad del Arzobispo de México, Mons. Miguel Darío Miranda y del Obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo.


El 11 de octubre de 1962, Roma fue invadida por periodistas, peregrinos y turistas ante la llegada de los padres conciliares, obispos, secretarios, asesores y expertos. 2856 invitaciones fueron enviadas: 85 cardenales, 8 patriarcas, 2131 obispos, 533 arzobispos, 26 abades y 68 superiores de órdenes y congregaciones religiosas. De estos invitados, 38% procedía de Europa; 31% de América; 20% de Asia y Oceanía y 10% de África. ¿Quiénes fueron algunos mexicanos llamados como padres conciliares? Unos 40 eran mexicanos, la mayoría jóvenes apenas ordenados. El Obispo de Tampico, Ernesto Corripio Ahumada (1919-2008) quien sucedió a Miguel Darío Miranda como arzobispo primado de México; el primer Obispo de San Cristóbal de Las Casas, Samuel Ruiz García (1924-2011); el Arzobispo de Yucatán, Manuel Castro y Ruiz (1918-2008); el Obispo de Saltillo, Luis Guízar Barragán (1895-1981); el administrador de la Arquidiócesis de Chihuahua, Luis Mena Arroyo (1920-2009); el Obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo (1907-1992); el Arzobispo de México y segundo cardenal mexicano, Miguel Darío Miranda Gómez (1895-1986); el Obispo de Zamora, José Salazar López (1910-1981); el Obispo de Ciudad Victoria, José de Jesús Tirado y Pedraza (1908-1983) y el Obispo de Autlán, Miguel González Ibarra (1918-1991). Alfonso Toriz Cobián de Querétaro que por razones de salud solo asistió a las primeras sesiones.


Otros participantes mexicanos en el Concilio siguen vivos y ocuparon sedes episcopales. S. S. Benedicto XVI los ha invitado a concelebrar con él la apertura del Año de la Fe el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II: Jesús García Ayala (1910), Emérito de Campeche, es el Obispo más longevo de México; Carlos Quintero Arce (1920), emérito de Hermosillo; José de Jesús Sahagún de la Parra (1922) emérito de Ciudad Lázaro Cárdenas y quien confirmó su presencia en la celebración con el Papa; José Guadalupe Padilla Lozano (1920), primer obispo de Veracruz; José Trinidad Sepúlveda Ruiz-Velasco (1921), emérito de San Juan de los Lagos y Anselmo Zarza Bernal (1916), emérito de León, Arturo Szymanski Ramírez ( 1922 ) emérito de San Luis Potosí


La recepción y aplicación del Concilio en México tuvo fuertes tensiones. Las relaciones de los laicos con el episcopado fueron uno de los temas más difíciles en ese tiempo de cambios para la Iglesia. Dos auditores participaron en el Concilio ampliando el papel de los seglares, Emilio Álvarez Icaza y Luz Longoria, padres del ahora secretario de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, Emilio Álvarez Icaza-Longoria, quienes fueron invitados como representantes del Secretariado para América Latina del Movimiento Familiar Cristiano.  Si bien la resistencia de algunos clérigos a dar preponderancia a los laicos en las tareas de la Iglesia dificultó la aceptación de la novedad del Concilio, en México  las propuestas de esa reunión convocada por el Papa Juan XXIII propiciaron una conciencia para crear un compromiso nuevo con la sociedad.