martes, 21 de septiembre de 2010

Comuniòn Querètaro, 26 de Septiembre de 2010 Nº 658

Mensaje de nuestro señor Obispo en el bicentenario del inicio de la independencia

Orar por la patria, Es comprometerse por un México mejor
1. Los Obispos de México hemos invitado a todos los fieles católicos a orar por nuestra Patria. Nosotros lo hemos hecho colegialmente en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y en nuestras respectivas iglesias Catedrales. 
2. Damos infinitas gracias a Dios por el don precioso de la libertad. Nuestra patria comenzó a llevar vida propia, a disfrutar de su libertad, don precioso de Dios que apreciamos pero que todavía tenemos que conquistar. Son muchas aún las miserias que nos oprimen. La Iglesia misma, al desligarse del regio patronato, recobró su libertad, la cual todavía busca perfeccionar como derecho humano fundamental. Al dar gracias a Dios, oramos por tener una Patria y una Iglesia gozando de sus derechos y libertades. 
3. La libertad y el progreso de los pueblos deben entenderse como una vocación. Hemos sido creados por Dios para ser libres y para progresar. El progreso no es algo mecánico ni meramente económico y «la verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo», decía el papa Benedicto XVI (Caritas in veritate, n. 16s). Todo desarrollo verdadero se centra en Cristo y en él encuentra su plena realización. 
4. Los ideales de libertad, de justicia e igualdad, por los que lucharon nuestros compatriotas en la Independencia y en la Revolución, nos siguen interpelando con fuerza, ya que las exigencias ahora son mayores. Ningún católico puede dejar de tomar parte en tan maravillosa oportunidad. Este es un tiempo de gracia, porque es llamado de Dios a ser mejores. Solamente bajo la lógica de la justicia, la caridad y la verdad, seremos capaces de colaborar en la construcción de una sociedad solidaria y fraterna que supere el egoísmo y cree la fraternidad.  
5. El porvenir de nuestra Patria está fincado en la fraternidad que nos trajo Jesucristo y que nos ofrece la Iglesia católica. Queremos un México con igualdad de oportunidades para todos, pues un pobre es una imagen lastimada de Dios. Queremos un México que crezca en humanidad y cultura, mediante una educación integral y de calidad para todos. Queremos un México reconciliado y fraterno en el respeto a la diversidad y a la legítima pluralidad. Esta gracia la imploramos de Santa María de Guadalupe, «La Patrona de nuestra Libertad» (Morelos, Sentimientos…n.19). Muchas gracias.
† Mario de Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro
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Acción de gracias por el don de la libertad
En el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (La Congregación), Nuestro señor obispo Don Mario De Gasperín Gasperín celebró la Eucaristía en la Semana de Oración por la Patria, este viernes 10 de septiembre, que ha sido convocada por el Episcopado Mexicano para realizarse en todas catedrales, parroquias, templos y capillas del país.
Invitó una vez más a conmemorar lo que nuestra Patria vivió hace dos siglos, a leer esta carta de los obispos desde una visión de fe, a no dejar en una simple celebración pasajera este acontecimiento de libertad, justicia y paz.
Concelebraron con el señor obispo, el Pbro. Juan Manuel Pérez Romero, rector del Templo de la Congregación, el Pbro. Joel Olvera Rivera, Vice-rector del Santuario y el Pbro. Francisco Gavidia, Director del suplemento Comunión.
El 15 de Septiembre nuestro señor Obispo Don Mario De Gasperín Gasperín presidió la solemne Eucaristía por la Patria, con motivo del Segundo Centenario del inicio de la Independencia de México. La celebración fue en la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad Episcopal, en el día que la Diócesis se alegra en la Fiesta de la Virgen de los Dolores, patrona diocesana.Acompañaron en la Santa Misa: Monseñor Salvador Espinosa Medina, Vicario General de la Diócesis de Querétaro; Monseñor Javier Martinez Osornio, Vicario General para la Vida Consagrada; el Pbro. Guadalupe Martínez Osornio, Rector de la santa Iglesia Catedral; el Pbro. Martín Lara Becerril, Rector del Seminario Conciliar; sacerdotes sobre todo del Decanato de Santiago; formadores del Seminario Conciliar, sacerdotes religiosos, seminaristas, religiosas de diversas órdenes y congregaciones, y familias.
Inició la celebración litúrgica con la recepción de la bandera de nuestra Patria portada por gallarda escolta, al compás de trompetas y tambores de una banda de guerra.  Al terminar la celebración el señor obispo bendijo imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe «Patrona de nuestra libertad» para que cada familia de los que participaron a la Eucaristía la lleve e su hogar, la entronice y encomiende a ella a Nuestra Patria con sus oraciones. 
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Confirmaciones en la Parroquia de Santiago
El 11 de Septiembre nuestro Obispo Dr. Don Mario De Gasperín Gasperín celebró con la comunidad parroquial de la primer Parroquia de la Diócesis de Querétaro, la Eucaristía y administró el sacramento de la Confirmación a niños, jóvenes y adultos que recibieron la preparación conveniente a su edad, auxiliados por los catequistas de la parroquia coordinados por el Pbro. Gustavo Sanmartín y el Pbro. Jaime Reséndiz García, Vicario Parroquial.

Nuestro Obispo predicó sobre los Sacramentos de Iniciación Cristiana, del compromiso que los padres y padrinos adquirieron al pedir la fe por el Bautismo de los hijos, y como con la ayuda de la parroquia continúan su formación, siendo los padres los primeros responsables de la educación en la fe.

Nuestro Obispo De Gasperín invitó a conocer y leer la Carta Pastoral, que los obispos de México escribieron  con motivo del Bicentenario de la Independencia. «Porque la Iglesia tuvo mucho que ver y da su palabra después de la reflexión para interpretar estos acontecimientos de la historia de nuestra Patria a los ojos de la fe». También motivó a los fieles a ser constructores responsables de un México mejor y una Patria digna para los hijos de las familias según el espíritu de Dios.
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Primeras Comuniones en la Parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús
El 11 de Septiembre, nuestro señor obispo Don Mario De Gasperín Gasperín visitó la comunidad de El Pozo para celebrar a San Nicolás de Tolentino, patrono de la comunidad y el segundo aniversario de la Parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús. Le recibió el señor cura Francisco Hernández Ramírez, el Pbro. Dr. Javier Coellar Ríos y fieles de la comunidad de El Pozo y comunidades vecinas como La Laborcilla y La Purísima.

En la homilía nuestro Obispo recordó a la asamblea el significado de «la parroquia», como familia grande donde se comparte la misma fe, esperanza, al mismo Salvador y el nombre de cristiano, donde todos somos hermanos hijos de Dios. Enfatizando que esto sólo lo hace la Iglesia. En la parroquia se recibe la luz de la fe, y en ella tenemos todo lo necesario para la salvación desde que se nace hasta que se parte al cielo.

Nuestro señor Obispo De Gasperín dio gracias a Dios por el segundo aniversario de la parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús, ella que pidió su cielo en la tierra haciendo el bien. Expresó el grato recuerdo y aprecio por la visita de las reliquias de la santa a la Diócesis de Querétaro. Invitó a los fieles a seguir sus pasos de santidad, y manifestó su deseo para que como comunidad parroquial crezcan más como familia de los hijos de Dios.

En la santa Misa, nuestro Sr. Obispo dio la Primera Comunión a un nutrido grupo de niños y niñas de la comunidad, que fueron preparados adecuadamente por sus catequistas y papás.
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Confirmaciones y Primera Comuniones en la fiesta Patronal de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores
El 12 de Septiembre, Nuestra Señora de los Dolores fue celebrada en la fiesta patronal de Maconí. La comunidad parroquial recibió a nuestro señor obispo Don Mario de Gasperín Gasperín, y en procesión con la bendita imagen de la Santísima Virgen caminaron por las calles de la población entre cantos y música hasta llegar al templo parroquial para la celebración de la Eucaristía.

El señor cura Pbro. Silverio Soto Rojas, en nombre de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores presentó a casi un centenar de niños y jóvenes, procedentes de las cuarenta y dos comunidades que comprende la parroquia para recibir el sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión de manos de nuestro Obispo, quien manifestó ante los fieles su gusto por acompañar a Madre de los Dolores en su fiesta. En la homilía, nuestro obispo De Gasperín trató sobre la misericordia de Dios Padre de todos, de cómo es el corazón de Dios descrito por Cristo, corazón de un Padre bueno. De la parroquia familia, en donde el señor cura representa a Dios Padre ante la comunidad, y todos como hermanos tenemos una casa grande de los hijos de Dios, en donde por la Eucaristía los fieles participan para pedir perdón por los pecados, asisten a escuchar poco a poco, domingo a domingo la Palabra de Dios, en donde todos pueden llevarse en el corazón la certeza que Dios les ama, Dios les ofrece su perdón, que estamos en manos de Dios y de su Madre Santísima.

Nuestro señor Obispo recordó a los hermanos migrantes y a los hermanos mineros, ante la difícil situación que viven entre peligros y el desempleo. Reconoció la obra del Padre Francisco Bothei que tanto amó a la Virgen y a la gente de estas comunidades. Invocó orando junto con la comunidad parroquial diciendo: Madre de los Dolores, acuérdate que en la cruz, te nombró tu hijo Jesús, madre de los pecadores.
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Homilía de nuestro señor Obispo en la misa de acción de gracias por el don de la LIBERTAD
Santa Iglesia Catedral, Santiago de Querétaro, Qro., 15 de septiembre de 2010
Orar por la patria
 1. Los Obispos de México hemos invitado a los fieles católicos a orar por la Patria con ocasión de las celebraciones civiles del bicentenario del inicio de la Independencia y del centenario de la Revolución. Nosotros lo hicimos, en una solemne celebración en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y ahora lo cumplimos en todas las iglesias catedrales de México, en comunión con nuestros presbíteros y fieles en sus respectivas parroquias y comunidades. Damos así gracias al Dios providente y bueno quien, a través de las vicisitudes de nuestra historia, nos ha permitido llegar a este momento y agradecerle el don de la libertad. Les hemos ofrecido también una Carta pastoral para invitarlos a reflexionar, guiados por la fe, en hechos tan significativos y al mismo tiempo tan dramáticos de nuestra historia, a fin de descubrir en ellos el paso de Dios y comprendernos mejor como nación católica y plural a la vez, y buscar juntos un futuro distinto y mejor, pues no podemos pensar que la situación actual satisfaga los altos ideales de nuestros mayores. 

2. Hablamos de conmemorar, de traer a la memoria los hechos y las personas que dieron lugar a acontecimientos tan significativos y de los cuales todos nosotros somos herederos y deudores. Se trata, como es obvio, de hechos y de seres humanos, y no de superhombres; de acontecimientos y personas que llevaron consigo miras muy altas e intenciones nobles y que, en su realización concreta, contrastaron con la mezquindad y las incoherencias que nos limitan y marcan siempre las pasiones humanas. De la altura y nobleza de la doctrina cristiana que inspiró estos ideales y los provocó, se llegó a la encrucijada dolorosa de su realización, donde los medios e intereses no siempre correspondieron a la altura de los deseos, hasta llegar a la crueldad y al dolor injustificado. Así es el hombre real y concreto del cual no se avergonzó Jesucristo y por donde la Iglesia tiene su peregrinar.  

3. En esta historia se hizo presente Jesucristo y con este hombre real y herido por el pecado caminó y dejó como heredera de su obra a la Iglesia, también marcada por la debilidad. Así ha sido la historia de nuestra patria en su proceso de nacimiento, crecimiento y consolidación de sus instituciones, y allí ha estado presente la Iglesia y Jesucristo y Santa María de Guadalupe, y la jerarquía católica y el pueblo católico, principal protagonista de la gesta libertaria. Sin esta presencia de la Iglesia mediante sus variados personajes y múltiples intervenciones, no sería México lo que actualmente es: Sin la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores; sin su párroco y los cientos de sacerdotes que lo secundaron; sin el tañido de su campana, que ahora resuena en todos los palacios de gobierno; sin los ideales cristianos de libertad, justicia y dignidad humanas; sin la invocación y acompañamiento de Santa María de Guadalupe, y sin la participación generosa del pueblo católico, México no sería el que somos. Así somos porque así fue. Ahora nos toca a nosotros aprender a leer  esta gramática de Dios  que, en medio de muchos renglones torcidos que hacemos los humanos, quiere que escribamos páginas mejores de nuestra historia para las nuevas generaciones.  La visión cristiana de la historia nunca niega los hechos, por más dolorosos que sean, sino que los interpreta, los asume y los trasciende con la fuerza y sabiduría de Dios, sabiendo que el misterio del mal está y estará siempre presente, no para triunfar, sino para ser derrotado por Aquel que venció el pecado y la muerte, por Jesucristo. 

4. Por la fe sabemos que el progreso de los pueblos no es sólo asunto de números y cálculos económicos, como se suele interpretar y nunca resolver, sino que es una vocación que conlleva una misión y, por tanto, necesita de hombres libres, conscientes de su dignidad y destino, solidarios y fraternos, con una visión trascendente de su porvenir. La negación de Dios y de los valores del espíritu ha sido un pesado lastre que ha llegado a humillar al pueblo creyente en su dignidad y en sus legítimos derechos y aspiraciones, debilitando su conciencia no sólo católica sino social y su dimensión moral, es decir, humana. La negación de Dios es el debilitamiento del hombre hasta su desaparición. 

5. La visión cristiana de la historia parte del misterio de la Encarnación del Verbo, por el cual el tiempo es ya una dimensión de Dios (J. Pablo II, NMI, 10), y adquirió valor de eternidad. Los cristianos escribimos, dentro del contexto de la historia humana, una historia de salvación, es decir, una historia con dimensión de Dios. Esta es la tarea que a los católicos nos falta por hacer, comenzando primero por caer en la cuenta. Por eso afirmamos que «nuestra mirada hacia el pasado no es un ejercicio simplemente académico sino principalmente un gesto de fidelidad a Jesucristo cuya presencia descubrimos en nuestra historia. Esta presencia nos convoca también a prestar atención a lo que Dios desea de nosotros en el presente y de cara el futuro» (Carta, No. 59). El católico es un hombre de cara al futuro. Se rige por el tiempo de Dios, que es un tiempo lineal y ascendente, progresivo y creciente, siempre más pleno y prometedor de obras mayores -los mirabilia Dei, las maravillas de Dios- que trascienden y hacen explotar el círculo cerrado, repetitivo y cansado de los calendarios solares o lunares, siempre girando sobre sí mismos, como la serpiente que se muerte la cola; incapaces de contener el dinamismo que el Espíritu imprime a la historia humana con la fuerza del Resucitado operante en ella, y que tiene por destino la eternidad. El renacimientos de cultos ancestrales y la importación de prácticas esotéricas no es sino una vuelta al paganismo, negador del progreso y de la superación. Es un retroceso cultural, como ya lo había advertido el genial Fr. Bernardino de Sahún al rechazar el dicho de que todo es y sigue igual. (Cf. Historia General…, Libr. VI, Cp. XLI, no. 80). Estamos esperando, y esta es la misión específica de los fieles laicos católicos, que por nuestra patria hable el Espíritu de Jesús. 

6. Estas conmemoraciones nos deben servir para revitalizar nuestro modo de ser católico, para que la fe se arraigue más profundamente en nuestro suelo patrio, se purifique de vicios y sincretismos, se levante la esperanza a los creyentes, se dignifique a las personas y se proteja y defienda a los débiles, en particular a las mujeres y a los niños. Nuestros males y carencias no son sólo ni principalmente de orden práctico o material, sino que radican en el fondo del corazón humano. Son males del espíritu. Si no se proporciona remedio al mal del corazón, tampoco se obtendrá la salud del cuerpo social. Las cámaras de vigilancia jamás sustituirán la mirada paternal, providente y también justiciera de Dios, ante quien debemos dar cuentas. Los ideales de libertad, justicia e igualdad, por los que lucharon nuestros compatriotas en la Independencia y en la Revolución, nos siguen interpelando hoy con mayor fuerza, dado que las exigencias actuales son más profundas, y ningún católico se puede desentender de ellas. En nuestra Carta proponemos tres prioridades fundamentales, que aquí sólo enumero: 
1ª. «Queremos un México en el que todos sus habitantes tengan acceso equitativo a los bienes de la tierra… en el que se promuevan la superación y crecimiento de todos en la justicia y en la solidaridad; por lo que necesitamos entrar decididamente en un combate frontal a la pobreza». 
2°. Queremos un México que crezca en su cultura y preparación con una mayor conciencia de su dignidad y mejores elementos para su desarrollo, con una educación integral y de calidad para todos». 
3°. «Queremos un México que viva reconciliado, alcanzando una mayor armonía e integración en sus distintos componentes sociales y con sus diferentes orientaciones políticas, pero unificado en el bien común y en el respeto de unos a otros» (Carta, No. 118). 

7.  Concluimos los Obispos: «Estamos orgullosos y agradecidos por nuestro pasado, nos sentimos profundamente comprometidos con nuestro presente y, a pesar de nuestros conflictos y dificultades actuales, estamos llenos de esperanza por nuestro futuro. México es una Nación con una historia y una vocación providenciales, un País bendecido por Dios, que debe seguir su camino, siempre inconcluso, hacia su propio desarrollo, en colaboración con las demás naciones del Continente Americano y del mundo entero». Por eso, oramos: 

«Padre de misericordia, que has puesto a este pueblo tuyo bajo la especial protección de Santa maría de Guadalupe, Madre de tu Hijo, concédenos por su intercesión profundizar en nuestra Fe y buscar el progreso de nuestra Patria por caminos de justicia y de paz. Amén» (Misal Romano, pg. 596)
 
† Mario de Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro
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El papel de la Iglesia en la Educación (26)
Etapa de transformación social
Aunque no se hiciera nada, y como si se tratara de un campo vedado, para «modernizar» la Constitución, desde Manuel Ávila Camacho (1940-1946), se hizo muy largo el camino de acercamiento entre el estado mexicano y la Iglesia. Sin embargo, se pueden señalar los importantes acontecimientos, que fueron otras de las tantas etapas en este avanzar, un camino lento pero constante. Se trataban de señales que avisaban a todos que era necesario caminar.

En México poco a poco a partir de 1946, se estaba operando una mutación fundamental, un cambio de paradigma. El proceso será en la política y en los negocios. México será gobernado sucesivamente por Miguel Alemán Valdés (1946-1952), Adolfo Ruíz Cortinez (1952-1958), Adolfo López Mateos (1958-1964), Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría Alvarez (1970-1976), José López Portillo (1976-1982) y Miguel De la Madrid Hurtado (1982-1988). Durante esas tres décadas el sistema educativo mexicano creció en forma interrumpida.

Destacan las décadas de los cincuenta y setenta con un crecimiento acumulado de la matrícula de 77.1% y 74.7% y con tasas medias anuales de 6.6% y 6.4% respectivamente. La década de los ochenta constituye por el contrario, un periodo distinto. A partir de 1979 las tasas anuales de crecimiento comienzan a disminuir constantemente hasta llegar a un decremento absoluto en el número de alumnos.

La Iglesia no abría la boca, pero respiraba con el golpe dado a los enemigos del cristianismo. Una nueva generación de sacerdotes, se incorpora a las labores sacerdotales, incluso en niveles episcopales con un espíritu nuevo y distinto. El Excmo. Sr. José Marciano Tinajero y Estrada, murió en la ciudad de Querétaro, el 27 de octubre de 1957. El 8 de abril de 1958, el Vaticano dio a conocer la elección del Sr. Dr. Don Alfonso Toriz Cobián, para presidir la Diócesis de Querétaro, y el 17 de mayo del mismo año arribó a la ciudad episcopal en medio de un regocijo general.

Al Ilmo. Sr. Toriz Cobián le corresponde encabezar la Diócesis en un tiempo decisivo para la configuración del Querétaro del siglo XXI, le tocó vivir una difícil época de transformación social. Su episcopado esta marcados profundamente por los trabajos del Concilio Vaticano II (1962-1965) convocado por el Papa Juan XXIII y continuado por el Papa Paulo VI. El Ilmo. Sr. Toriz, asistió a las reuniones del Concilio Vaticano II (1962 – 1965). Pero también el Ilmo. Sr. Toriz Cobián tendrá que ser asociado con la modernización de Querétaro, a partir del despegue industrial, la urbanización y el crecimiento demográfico acelerado.

Con Miguel Alemán hubo paz semejante a la pax porfiriana; el 30 de Diciembre de 1946, se da una segunda reforma al Articulo 3°
1. Plantea que la educación que imparta el Estado-Federación, Estados, Municipios tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional en la independencia y en la justicia.
2. El criterio que orientará a dicha educación se mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basado en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.

Con Ruiz Cortínez se mantuvieron relaciones de gran cordialidad y respeto, dándose el caso de que la propia esposa del Presidente fue la madrina de las obras de mejoramiento que la Iglesia realizó en la Basílica de Guadalupe.

El 12 de febrero de 1959, durante el gobierno de López Mateos y con Torres Bodet de nueva cuenta como Secretario de Educación, se creó por decreto presidencial la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, dependiente de la Secretaría de Educación Pública, con la finalidad de proporcionar a los alumnos de primaria libros de texto sin costo, indispensables para su educación escolar. Esta Comisión la encabezaba el prestigiado escritor Martín Luis Guzmán, quien desde un principio recibió el rechazo de la Unión Nacional de Padres de Familia quienes iniciaron una campaña periodística acusando a los libros de ideologizantes, contrarios a la moral cristiana y hasta de comunistas. Los libros se distribuyeron al año escolar siguiente tanto en escuelas públicas como privadas con carácter obligatorio sin que fueran exclusivos.

El debate había tomado cauces inesperados y se había convertido en una seria amenaza para la estabilidad política del país. Esta campaña involucró de tal manera a los diferentes sectores eclesiásticos que se podría pensar que llegó a peligrar el modus vivendi porque el respeto a los ámbitos de influencia tanto de la Iglesia como del Estado podría haberse terminado; sin embargo, se logró superar la coyuntura. La ruptura del modus vivendi era algo que no les convenía a estas instancias, porque ninguna estaba dispuesta a perder lo ganado. Aunque esta situación de convivencia no era del completo agrado ni de la Iglesia ni del Estado habían aprendido a cohabitar de manera más o menos pacífica. En pocas ocasiones hubo enfrentamiento, la mayoría de las veces hubo acuerdo y apoyo. Por ello la SEP aceptó dialogar. La actitud de las autoridades educativas quedó de manifiesto cuando declararon públicamente que las condiciones de obligatoriedad de los libros no implicaba que fueran los únicos o exclusivos ya que quienes tuvieran posibilidades podían comprar libros de texto complementarios para sus hijos, siempre y cuando fueran autorizados por la SEP. A partir de entonces, los ánimos se apaciguaron. El interés por continuar el debate fue disminuyendo paulatinamente. En cierta forma los grupos opositores a los textos únicos —las escuelas particulares— y perdieron en uno que era y es ajeno —las escuelas oficiales- habían logrado sus objetivos, aunque sólo parcialmente. Con el paso del tiempo la obligatoriedad de los libros no volvieron a ser cuestionada incluso cuando, en 1973, se decidió la elaboración de una nueva elaboración de una nueva versión de los textos gratuitos.

Al finalizar el sexenio, la comisión había logrado editar y distribuir más de 112 millones de ejemplares de libros de texto y cuadernos de trabajo. Con esta medida, el estado cumplía cabalmente con el concepto de gratuidad establecido en el artículo 3° Constitucional pero, al mismo tiempo, mantenía su hegemonía en el ámbito educativo. Más allá de este conflicto que presentó un gran desafío a la estabilidad política del país, es innegable el acierto de la distribución de los textos gratuitos a todos los niños mexicanos; para muchos han sido y siguen siendo, el único recurso para su aprendizaje. Finalmente, las relaciones entre la Iglesia y el Estado se mantuvieron estables pero la Iglesia demostró que podía defender sus espacios cuando fuera necesario y que lucharía por conseguir nuevos si así lo considerara pertinente.

El Lic. Gustavo Díaz Ordaz aplicó su política de no intervención que hizo extensiva a la Iglesia; Este «modus Vivendi», le permite fortalecer su estructura interna, ampliando su labor pastoral, absorbiendo áreas cada vez mayores de la educación privada, pero el cambio más importante no era del todo visible y tardaría algunos años en manifestar su creciente importancia.
Parte esta tomado de: PACHECO MARÍA MARTHA. ¡CRISTIANISMO SÍ, COMUNISMO NO! ANTICOMUNISMO ECLESIÁSTICO EN MÉXICO. ESTUDIOS DE HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO. 2002. Pág. 167-170
«Verbum Vobiscum»