viernes, 3 de octubre de 2008

Comunión Querétaro N°554 28/Septiembre/2008 Página 2

Voz sacerdotal...

Nuestro referente social
La violencia generalizada, el encarecimiento de los alimentos, la corrupción y el afán de lucro desmedido e inhumano, son síntomas de descomposición social. Para nuestra sociedad: la razón y los valores humanos y religiosos, han dejado de ser un referente para nuestra conducta social. A toda esta serie de males y preocupaciones, desde luego, está la pobreza histórica que no será abolida por decreto, sino a través de una conquista social que asegure la subsistencia de alimento, habitación y trabajo bien remunerado y seguro, para el bienestar de nuestras familias a la que tienen derecho.
Es indispensable convencernos de la necesidad de cambiar el corazón, es decir, ser vitalmente otros, a través de una educación integral desde la familia, con principios humanos y convicciones patrióticos. Necesitamos aprender a aprender con la inteligencia y el corazón, como enseña San Pablo: «porque el puro hecho de conocer llena de soberbia; el amor, en cambio, hace el bien». (1Cor. 8,1)
Es decir, no hay que instrumentalizar la razón y nuestros conocimientos para justificar intereses inhumanos que atenten contra nuestro habitat natural y el bienestar común, porque la razón genuina tiende a la veracidad y al bien común posible.
La angustia e impotencia social que se vive, es siempre contraproducente, es un clamor amenazante, que debe hacernos abrir los ojos y actuar para atender las demandas que permitan rehacer el tejido social, en base a un referente común, el de la razón y el de los valores humanos y religiosos. Los cristianos no podemos ser indiferente, porque estas situaciones inhumanas que sufre nuestra sociedad, son incompatibles con el Reino de vida que Cristo vino a traer. Por lo tanto, necesitamos desarrollar estructuras más justas y transmitir los valores sociales del Evangelio como un servicio fraterno a la vida digna. (Cf. Documento Aparecida No. 358).
P. Gabino Tepetate Hernández.


Para no olvidar...

La Muerte cerebral
Aclaración vaticana sobre la muerte cerebral, 4, Sept, 08
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 4 septiembre 2008 (ZENIT.org).- El criterio adoptado para declarar con certeza la muerte, «el cese completo e irreversible de toda actividad cerebral», debe ser «aplicado correctamente», ha recordado el portavoz de la Santa Sede.
El director de la Oficina de Información del Vaticano, el padre Federico Lombardi S.I., publicó este miércoles una aclaración tras el artículo aparecido en la edición de «L’Osservatore Romano» en italiano del 1 y 2 de septiembre, en italiano, sobre la cuestión de la muerte cerebral, firmado por la historiadora y periodista italiana Lucetta Scaraffia.
El padre Lombardi explica que el artículo es «una contribución interesante y de peso», pero aclara que «no puede considerarse como la posición del magisterio de la Iglesia».
De hecho, explica el sacerdote, la posición de la Santa Sede puede consultarse en el discurso que pronunció Juan Pablo II el 29 de agosto de 2000 al dirigirse a los participantes en el XVIII Congreso internacional de la Sociedad de trasplantes.
Juan Pablo II: «se puede afirmar que el reciente criterio de certificación de la muerte antes mencionado, es decir, la cesación total e irreversible de toda actividad cerebral, si se aplica escrupulosamente, no parece en conflicto con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica».
Consecuencias que sacó Juan Pablo II: «el agente sanitario que tenga la responsabilidad profesional de esa certificación puede basarse en ese criterio para llegar, en cada caso, a aquel grado de seguridad en el juicio ético que la doctrina moral califica con el término de ‘certeza moral’. Esta certeza moral es necesaria y suficiente para poder actuar de manera éticamente correcta».
«Así pues, sólo cuando exista esa certeza será moralmente legítimo iniciar los procedimientos técnicos necesarios para la extracción de los órganos para el trasplante, con el previo consentimiento informado del donante o de sus representantes legítimos»


El arte y San Pablo...

San Pablo en el escritorio
Autor: Rembrandt
Fecha: 1629-30
Museo: Germanisches Nationalmuseum de Nuremberg
Características: 47´2 x 38´6 cm.
Material: Óleo sobre tabla
Estilo: Barroco Centroeuropeo
En esta atractiva escena, Rembrandt ha recurrido a dos iluminaciones diferentes en su afán de conseguir la unidad pictórica gracias a la luz; así observamos una fuente lumínica en la zona de la izquierda considerada como natural mientras que en la derecha encontramos una luz artificial cuyo foco no apreciamos al encontrarse oculto tras los libros. De esta manera se crea una sensación atmosférica perfecta, resaltando la zona del fondo y dejando en penumbra el primer plano, apreciándose los volúmenes. Un anciano barbado vestido con una amplia túnica es el protagonista de la composición. Se identifica con san Pablo gracias a los libros que encontramos sobre la mesa y su espada oriental desenvainada que cuelga de la esquina superior derecha. El apóstol se sienta en una silla y su brazo derecho cuelga sobre el respaldo, en una postura de abatimiento reforzada por la mirada perdida, dirigida hacia el suelo. Se trata de una figura tomada directamente del natural, llegándose a identificar con el padre del maestro aunque no existan datos suficientes que avalen la hipótesis. De esta manera, Rembrandt continúa con el naturalismo aprendido con Lastman, apreciable también en el estudio lumínico y en las tonalidades empleadas, predominando el marrón y el ocre. El ambiente creado por el maestro demuestra su valía, utilizando la luz a su deseo para conseguir obras inolvidables.

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