jueves, 5 de junio de 2008

Liturgia

10° Domingo del Tiempo Ordinario (A)


1. Oración inicial
2. Lectura
a) El texto: Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
3. Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas para ayudarnos en la reflexión personal.
a) ¿Cuántos grupos están presentes en esta escena y qué representan?
b) ¿En qué tipo de relación se coloca Jesús con cada uno de estos grupos?
c) ¿Con qué grupo tú te identificas más?
d) ¿Cuál es el papel de Mateo en la escena?
e) ¿Qué sentimientos o reacciones suscitan en ti las palabras de Jesús a los fariseos?
5. Una clave de lectura para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) Publicanos y pecadores: Los publicanos recogían los tributos por encargo de los Romanos. Tenían una reputación mala. De hecho, eran considerados como «impuros», porque su trabajo los ponía en contacto con los paganos y debían tener entre sus manos monedas con imágenes e inscripciones paganas. Además, eran también a veces explotadores y ladrones.
Para los judíos observantes del tiempo de Jesús «pecadores» eran ante todo los paganos, pero también los judíos que no miraban a las sutilezas de la Ley tal como era interpretada por los escribas.
Publicanos y pecadores estaban entre las categorías más odiadas por los otros judíos observantes.
b) Sentarse a la mesa: En cualquier cultura y ciertamente en la cultura medio oriental, sentarse a la mesa juntos es señal de comunión.
En el texto paralelo de Marcos Jesús está a la mesa en «su» casa, pero el texto griego es ambiguo: no se sabe si se trata de la casa de Jesús o del publicano llamado a seguirlo. En el texto paralelo de Lucas es el publicano convertido en discípulo quien prepara en su casa un banquete a Jesús, al cual invita también a sus colegas. Mateo dice sencillamente que «Jesús se sentaba a la mesa en casa « dando a entender que se trata de la casa de Jesús, la casa donde vivía, desde que, dejada Nazareth, vino a vivir a Cafarnaún. Por tanto, según Mateo, es el mismo Jesús quien hospeda en su casa a publicanos y pecadores, como para anticipar el banquete mesiánico de la salvación ofrecido a todos.
c) Fariseos: Los fariseos eran un grupo religioso laical que surgió en el segundo siglo antes de Cristo. Eran muy legalistas en la observancia exacta de la Ley de Moisés, no sólo la escrita y contenida en el Pentateuco, sino también de aquella oral que sus sucesores en los primeros siglos del cristianismo, pondrían por escrito.
Según Flavio Josefo era el grupo más influyente al tiempo de Jesús y quizás por esto muchas de las controversias de Jesús en los evangelios son propiamente con ellos. Estas controversias reflejan sin duda el conflicto surgido después de Jesús, en el momento de la redacción por escrito de los evangelios, entre la iglesia naciente y el judaísmo del que se había separado
Pero no se puede negar que Jesús mismo se había enfrentado con los fariseos sobre varios puntos de interpretación de la Ley y sobre ciertos comportamientos que resultaban escandalosos para ellos.
d) Misericordia quiero y no sacrificios: En su respuesta a los fariseos que lo critican, Jesús cita una frase tomada del profeta Oseas: «Quiero el amor y no el sacrificio, el conocimiento de Dios más que los holocaustos». En la senda de otros profetas, Oseas insiste en la inutilidad del culto exterior si éste no va acompañado de la obediencia a la alianza. La palabra «misericordia» o «amor» traduce la palabra hebraica hesed, que significa amor-fidelidad en la relación entre Dios y el pueblo. El «conocimiento de Dios», que Oseas coloca en paralelismo con «misericordia», implica la obediencia a la voluntad de Dios expresa en su Ley; es un conocer para poner en práctica.
Jesús insiste mucho en la transparencia de nuestra relación con Dios, que no puede reducirse a una observancia puramente exterior, insinuando que los fariseos no deberían contentarse por la observancia minuciosa de la Ley. Lo que Dios exige de sus fieles es la imitación de su amor misericordioso hacia todos.
6. Salmo 103: Himno al Señor, rico en misericordia
7. Oración final

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