martes, 5 de mayo de 2009

Comunión Querétaro N°586 10/Mayo/2009

«Con inmenso reconocimiento, pedimos a María, Madre del Verbo encarnado y Madre nuestra, que proteja a cada mamá terrena... a aquéllas que, junto al marido educan a los hijos en un contexto familiar armonioso, y a aquéllas que, por muchos motivos, tienen que afrontar solas una tarea tan ardua.
Que todas puedan desempeñar con entrega y fidelidad su servicio cotidiano en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. ¡Que para todas la Virgen sea apoyo, consuelo y esperanza!».
Benedicto XVI


La clave para una mente sana y un cuerpo sano», entre los factores considerados importantes para una vida sana están: la buena alimentación, respirar aire puro, ingerir agua y exponerse moderadamente al sol, así como el ejercicio físico y evitar sustancias tóxicas.
Ciertos alimentos han demostrado cualidades antibacterianas, ayudando a combatir las infecciones y evitar enfermedades. Por el contrario, demasiado de las cosas malas - las carnes rojas, alcohol o grasas trans - puede conducir a una mayor incidencia de problemas de salud. Con el tiempo, los pequeños cambios pueden tener grandes efectos.
La alimentación es el hábito que más
influye en la salud. En efecto,
por medio de ella el organismo
obtiene la energía que
necesita para funcionar
y los componentes para crecer
y auto repararse.

Una alimentación adecuada evita y cura enfermedades, ayuda a la persona a
verse y sentirse mejor, aumenta el
rendimiento físico y mental.


Voz sacerdotal...
Los tiempos actuales.
Evidentemente los tiempos actuales no son los mismos de los de hace algunos años atrás, nos encontramos ante cambios rápidos y de alcance global, quizá esta sea una de las características novedosas, como lo explica el Documento de Aparecida en el número 34, con repercusiones en todos los aspectos y ámbitos de la vida, tanto personal como social. Es cierto, la religión como la Iglesia, nos referimos a la Iglesia Católica, no esta exenta de los impactos de estos cambios, porque afectan la vida y el sentido religioso y ético de los pueblos, un desafío y una interpelación a los fundamentos, lenguajes y expresiones establecidos y definidos que se deben replantear para seguir ofreciendo convincentemente contenidos firmes y principios sólidos que sigan dando el sentido divino de la vida humana redimida por Cristo.

El magisterio con el aporte de los teólogos y demás disciplinas del conocimiento humano, y desde luego, las experiencias y los testimonios de fe de los santos, nos seguirán dando la interpretación autorizada de los misterios de nuestra fe, pero esto no nos dispensa de nuestro propio ejercicio de reflexión de fe, elemento indispensable para asumir existencialmente el encuentro con la formulación y sobre todo el encuentro personal con el Señor.

En estos tiempos actuales de tantas confusiones de todo tipo, con una saturación de información, muchas veces contradictorias, de crisis económica y de epidemias manipuladas, de predicadores religiosos complacientes y entretenedores, hace falta más allá de una propuesta emocional, individual y festiva, una más crítica, prepositiva y liberadora que se inserte en las necesidades concretas y profundas de la realidad humana, sin perder desde luego, su carácter alegre y esperanzador en el misterio del Reino de Dios.

En las condiciones y contextos actuales caracterizados por el individualismo, el mercado, el relativismo, las inseguridades y de un dios de acuerdo a los interese personales, nos hemos quedado como en la intemperie, es decir, sin sustento seguro y posible para todos, por lo que cada uno busca engancharse de donde pueda. Los cristianos católicos atentos a la voz de nuestros pastores, guías espirituales y maestros en la fe, en «Aparecida» en el número 12, nos pidieron recomenzar en Cristo, para tratar de enfrentar estos y otros desafíos de nuestra realidad actual. Por lo tanto hay que ir a la fuente que es la persona de Cristo y a los primeros cristianos para esclarecer la identidad cristiana como Iglesia Católica, refrescar las memorias, intensificar la vivencia del misterio pascual de Cristo, celebrar su presencia en la Eucaristía, sensibilizarnos en las solidaridades humanas y testimoniar eclesialmente el sentido divino de la vida humana redimida por Cristo.

Los tiempos actuales nos exigen ir más allá de las voluntades individuales, hay que responder desde el ámbito de la comunidad y la comunión, es decir, desde la espiritualidad de la convocación del Espíritu en torno a Cristo, como un elemento teológico y pastoral para hacer presente el Reino de Dios en el hombre y la mujer y en el mundo.

P. Gabino Tepetate Hernández.


Suele suceder
El naufrago
El único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre una pequeña isla inhabitada. El estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara,y todos los dias revisaba el horizonte buscando ayuda, pero esta nunca llegaba.

Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabañita para protegerse, y proteger sus pocas posesiones. Pero entonces un dia, despues de andar buscando comida, regresó y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo.

Lo peor que había pasado, es que todas las cosas las había perdido. El estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía «Cómo pudiste hacerme esto?» Y se quedó dormido sobre la arena.

Temprano de la mañana del siguiente día, el escuchó asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Venian a rescatarlo, y les preguntó, Como sabían que yo estaba aquí?. Y sus rescatadores le contestaron... «Vimos las señales de humo que nos hiciste... «


Para NO olvidar...
Siempre las palabras
No podemos negar que estamos viviendo situaciones difíciles, con violencia, inseguridad de todo tipo, situaciones laborales que afligen, las cuestiones económicas que cada vez nos van preocupando más, porque las perspectivas son muy duras, y podríamos seguir con la lista.

Ante cada situación que se presenta, escuchamos muchas palabras, muchas “teorías”, muchas reacciones y reclamos sobre lo que se debe hacer, sobre lo que se está pensando, en medios de discusiones sobre candidaturas, políticas, diagnósticos… etc., mientras muchos siguen esperando que las palabras de una vez por todas se transformen en algo concreto que les comience a modificar la situación por la que atraviesan.

Todos esperamos y pedimos que quienes tienen responsabilidades “pongan manos a la obra” de una vez por todas para que podamos ver alrededor alguna mejoría. Es verdad que todos parecemos tener la solución: erradicar la pobreza, combatir la droga, defender los derechos laborales, no dejar que los niños crezcan en la calle… pero ¿qué es lo que hacemos? Da la sensación que nos quedamos siempre en las teorías, en las palabras. En realidad hay mucho de “palabreríos”, pero no es menos cierto que muchos trabajan y luchan para tratar de ayudar a quien está alrededor y necesita. Es verdad que la mayoría de estas acciones no se muestran, pero están, decimos muchas veces porque los medios no se encargan de mostrarlo, pero también deberíamos pensar en que si los mostraran, hay que ver si lo miraríamos.

Lo que queda en todo caso es cada vez más la certeza de quien debiera ser el primero en acompañar estas situaciones no lo hace, y por eso vemos más teorías que hechos. Quienes, desde las distintas funciones del estado deben velar por la seguridad, por el bienestar, por quienes no tienen lo suficiente, no siempre lo hacen, y es cuando uno piensa que si el estado no está para ocuparse de quienes tienen menos posibilidades, ¿para que está?, ¿cuál es su función?

Una de las funciones es redactar leyes, crear políticas, generar un sistema que los pueda incluir a todos, pero da la impresión que nos quedamos sólo en esta parte, o en intentarlo, y no llegamos a la acción, a lo concreto, no vemos que las soluciones lleguen.

Una vez más debemos dejar de lado tantas posiciones teóricas y “poner manos a la obra”, algo que se lo exigimos a quienes tienen los poderes de decisión, pero que también debemos plantearnos nosotros en el ámbito en que nos desenvolvemos.
Padre Oscar Pezzarini

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