miércoles, 18 de junio de 2008

Comunión Querétaro N°539 15/junio/2008


Festejo a nuestro señor Obispo en
el Decanato del Santa Ana



La tarde del 4 de junio, en el Decanato del Santa Ana, se realizaron los festejos con motivo del 25 Aniversario de la ordenación Episcopal de nuestro señor Obispo Don Mario De Gasperín Gasperín, la cita fue en el Auditorio del Colegio Fray Luis de León.

En este magno festejo se contó con gran participación de los fieles de las parroquias de este Decanato: Parroquia de Santa Ana (Barrio de Santa Ana), Parroquia de Cristo Rey (Col. Niños Héroes), Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos (Col. Lomas de Casa Blanca), Parroquia del Divino Redentor (Col. Lomas de Casa Blanca), Parroquia de Nuestra Señora del Rosario del Rayo (Col. Cimatario), Parroquia de Santa María de Guadalupe (Col. Reforma Agraria), Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes (Col. Lázaro Cárdenas), Parroquia de Nuestra Señora del Rosario (Col. Loma Linda)
A las cuatro de la tarde empezó a llegar la gente, el coro de la Parroquia de Santa Ana, animaba con cantos, momentos más tarde, fue recibida la Imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, el padre José Morales le dirigió un emotivo mensaje de bienvenida. Después llegó nuestro señor Obispo que fue recibido con aplausos y porras. El padre Decano Pbro. Víctor Cuín Herrera le dio la bienvenida a nuestro señor Obispo y leyó una reflexión sobre: «Los Obispos y Aparecida». Terminada esta reflexión se tuvo un momento muy agradable de diálogo del señor Obispo con los fieles participantes. Ante algunas preguntas y comentarios, él comentó anécdotas y compartió diferentes momentos de su vida, desde su infancia hasta sus más recientes experiencias episcopales.
En punto de las siete de la tarde los sacerdotes del Decanato concelebraron la santa Misa con el señor Obispo, en la homilía nuestro señor Obispo afirmó: «Mucho agradezco a los hermanos Presbíteros de este Decanato el haber preparado este encuentro para ayudarme a dar gracias a Dios por mis próximos 25 años de ministerio episcopal. En la santa Iglesia todos estamos bajo la obediencia a Dios mediante los legítimos superiores y el Papa Juan Pablo Segundo me pidió este servicio a todos ustedes. De mi parte, lo he realizado con alegría y espero haberles servido en la medida de mis fuerzas. Estamos en las manos de Dios, confiados en su infinita misericordia y Él aquilatará la obra de cada uno. A Ustedes les agradezco su participación gozosa, su fe y su amor a sus pastores y a la santa Iglesia. Que sus santos Patronos, desde el cielo, los bendigan abundantemente junto con sus familias. Nuestra Señora de los Dolores de Soriano, nuestra Madre y Patrona diocesana, cure nuestras heridas, mitigue nuestros dolores y nos haga fieles seguidores de su Hijo Jesucristo.» Continuo diciendo: «Por eso los cristianos debemos pensar «con cuánta santidad y entrega debemos vivir esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor,… creciendo en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo». Son nuestros pecados los que retardan la venida del Señor; viviendo, en cambio, en santidad apresuramos su advenimiento glorioso. Así alentaba san Pedro la fe de sus cristianos perseguidos».
En su homilía comentó también: «Jesús reconoce que debe haber una autoridad terrena y que debe ser respetada, pero que no puede ocupar el lugar de Dios. Ningún gobernante es Dios: A Dios lo que es de Dios y al César, que no es Dios, lo que es del César. Los mártires sólo adoraron a Dios. La Iglesia no compite con el César el poder temporal. Su finalidad es otra y otra su misión, como hermosamente dice el Concilio: «Este pueblo mesiánico –la Iglesia– tiene a Cristo por cabeza…, y teniendo ahora un nombre que está sobre todo nombre, reina gloriosamente en los cielos. La condición de este pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo. Tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros (cf. Jo 13, 34). Y tiene por último, como fin, dilatar más y más el reino de Dios, iniciado por el mismo Dios en la tierra, hasta que al final de los tiempos Él mismo lo consume, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra (cf. Col 3, 4), y la misma criatura sea liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de los hijos de Dios (Rm 8,21). Esta es nuestra noble y trascendente misión: promover la vida, la libertad y la dignidad de la persona humana y dar culto y gloria a Dios. Por eso la hermosa recomendación final del apóstol san Pedro: «Así pues, queridos hermanos, ya están ustedes avisados; vivan en guardia para que no los arrastre el error de los malvados y pierdan su seguridad. Crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. A él la gloria, ahora y hasta el día de la eternidad. Amén».
Después de la Misa, el señor Obispo, los sacerdotes, religiosos y laicos compartieron la alegría y los alimentos en sana convivencia, cada parroquia llevo alimentos y bebida para compartir.
La próxima fiesta jubilar por Decanato, que será la última, se celebrará en el Decanato de Santiago el viernes 4 de julio de 2008, la cita es el Templo de la Cruz.

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