martes, 19 de agosto de 2008

Comunión Querétaro N°546 3/Agosto/2008 Pagina 2

Para tomar nota...


El principio de la participación
El ciudadano solo, asociado a otros o por medio de sus representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social. Es una obligación de todos, en vistas del bien común.
La participación en la vida democrática es fundamental e ineludible para el católico, y se extiende al mundo del trabajo y de las actividades económicas, la información y la cultura y ?muy especialmente? en la vida política hasta llegar a los niveles más altos.
Desde esta visión, se hace imprescindible a quienes tienen y viven valores, que se comprometan a participar y ayudar a otros a hacerlo. Generar espacios para que los más débiles puedan acceder a ofrecer su aporte y facilitar, con su presencia, la posibilidad de que existan alternativas de cambio y renovación en las estructuras y los dirigentes políticos, para evitar que se instauren privilegios y excesos.
Por medio de la participación, estamos llamados a ofrecer la visión del mundo que ha legado Jesús y a intentar que la gestión de la vida pública sea honesta y orientada al bien común. Pero como este es un conocimiento que no tiene sentido sin que se haga vida...
En la participación social responsable no bastan buenas voluntades. La participación social exige capacitación y discernimiento ético, sin el cual, en vez de estar ayudando a la sociedad, le estamos causando un daño.
1)?Leer en el Compendio de DSI, nº 189.
2)?¿Qué actividad podemos realizar en nuestra comunidad para mejorar la vida social, cultural y política, a partir de nuestro aporte?
3)?Acordar una campaña de presencia en la comunidad a través de charlas, conferencias, participación en las manifestaciones que tienden a promover el bien común...


El arte y San Pablo...


San Pablo en el Areópago
Autor:Mariano Fortuny Marsal
Fecha:1855-56
Museo:Museu Nacional d’Arte de Catalunya
Características:39 x 54 cm.
Material:Aguada
Estilo:Eclecticismo Español
Las primeras obras de Fortuny están absolutamente relacionadas con el estilo nazareno de sus maestros Lorenzale y Milà i Fontanals como se aprecia en esta composición religiosa inspirada en el mundo renacentista protagonizada por san Pablo, ocupando el centro de la escena al ser el protagonista. Un amplio número de figuras se sitúa a su alrededor, observándose diversas posturas para demostrar el joven artista su dominio de la anatomía humana, de la misma manera que se resalta la perspectiva al ubicar unas ruinas clásicas al fondo. El dibujo es correcto y la concepción general acertada aunque peca de academicismo, especialmente si la comparamos con obras posteriores como La vicaría.



Para reflexionar...


En los orígenes de la iglesia
Siempre es un acontecimiento la publicación de un libro firmado por el Papa Benedicto y más en estos días que se encuentra en Australia para asistir a las Jornadas de la Juventud de Sidney. Refleja este volumen una serie de catequesis de los miércoles, sobre los Apóstoles –tal como reza el subtítulo de la obra—y sobre los primeros discípulos de Jesús. El papa Ratzinger dice en la introducción del libro que tras las catequesis sobre los salmos y los himnos de Laudes y Vísperas ha querido dedicar a la Iglesia de comienzo sus charlas de los miércoles.
A su vez, la presentación del editor español del libro nos dice que dichas catequesis — son 3— se produjeron en el contexto de las audiencias generales a lo largo de un año: del miércoles 15 de marzo de 2006 al miércoles 14 de febrero de 2007. Es pues un libro de plena actualidad pues dichas catequesis están recogidas en el menor tiempo posible en función de los sistemas y traducciones de la Librería Editrice Vaticana.
Y, asimismo, volviendo a la introducción al volumen escrita por Benedicto XVI, el Pontífice marca previamente el recorrido preciso de las catequesis y su intención. Se trata de analizar esos primeros tiempos de la Iglesia como camino –según mi opinión—para mejor entender la actual. Una visita al índice nos ayudará, igualmente, a tener una perspectiva total del libro que bien merece la pena hacer tal cosa para luego ordenar mejor la lectura, porque el titulo de cada uno de los capítulos refleja muy el contenido. Y así podemos citar algunos de ellos a modo de ejemplo: «Los Apóstoles, testigos y enviados de Cristo» o «Pedro, la roca sobre la que Cristo fundó su Iglesia». También, el «El don de la Comunión» o «La Tradición Apostólica». Y son tres las catequesis dedicadas a Pedro, pero después recorrerán las personalidades de todos los Apóstoles para llegar, asimismo, a los protagonistas del «mundo paulino» Timoteo y Tito, Bernabé, Esteban, Aquila y Priscila. Y así la última catequesis es «Las mujeres al servicio de la Iglesia».
Tiene todo el libro esa característica especial de los escritos de Joseph Ratzinger y que no es otra que la búsqueda de la historicidad manifiesta junto lo puramente teológico y hasta dogmático. Y es que –y también es una opinión personal mía—Benedicto XVI es sin duda un teólogo historiador o un historiador afecto a la teología.
Interesantísimo libro, fácil de leer y entender, que puede ayudarnos en este verano a mejor entender a la Iglesia. Desde sus primeros momentos hasta ahora. Ni que decir tiene que recomiendo vivamente la lectura del presente libro.
Ángel Gómez Escorial.

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