martes, 9 de noviembre de 2010

Comuniòn Querètaro, 14 de Noviembre de 2010 Nº 665

50 años de vida sacerdotal de Nuestro señor Obispo
Dentro de las celebraciones de los 50 años de vida sacerdotal de nuestro señor Obispo D. Mario De Gasperín, el 4 de noviembre se llevó a cabo un Encuentro del Presbiterio Diocesano en el Seminario Mayor. La Concelebración fue presidida por el señor Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre, concelebraron nuestro señor Obispo D. Mario De Gasperín; el señor Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Mons. Rogelio Cabrera López; Mons. Samuel Ruíz García, Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas; Mons. Florencio Olvera Ochoa Obispo Emérito de Cuernavaca; y 180 sacerdotes. Información
_________________________________________________
XXII

Asamblea Diocesana de Pastoral

Año de la Acentuación «Refundamentar la Familia»

“Con la Iniciación Cristiana asumimos con decisión la Nueva Evangelización”.
“Con el Plan de Pastoral, la Familia a Refundamentar”
“Con el Plan de Pastoral, un Despertar Vocacional”

Seminario Conciliar de Querétaro
Lunes 15 de noviembre de 2010 de 8:30 a.m. a 5:30 p.m
__________________________________________________
X X I I
Asamblea Diocesana de Pastoral
15 de noviembre de 2010
CONTEXTO ECLESIAL · Magisterio de nuestro Sr. Obispo Dn. Mario De Gasperín Gasperín.
·Plan Diocesano de Pastoral 2010-2016, correspondiente a la Misión Permanente.
·Programación Pastoral del año 2011.
·Prioridades Diocesanas: “Recomenzar desde Cristo”,
“Refundamentar la Familia”
y “Reencontrar el sentido de la vida”.
· Término del Año de la acentuación de la Prioridad: “Recomenzar desde Cristo”.
·Comienzo del Año de la acentuación de la Prioridad: “Refundamentar la Familia”.
·Aplicación de la Nueva Estructura en nuestra Diócesis y en nuestras parroquias.
·Celebración del 50 Aniversario de Ordenación Sacerdotal de nuestro Obispo Diocesano.

OBJETIVO: Valorar los frutos del Año de la acentuación de la Prioridad “Recomenzar desde Cristo” y presentar el programa de la Prioridad “Refundamentar la Familia”, para centrar la atención eclesial en la Familia como pequeña Iglesia Doméstica, Comunidad de amor, Escuela de la Fe y Santuario de la vida.

ACONTECIMIENTO ARTICULADOR · Orientaciones Diocesanas para “Refundamentar la Familia”.

LEMA · “Con la Iniciación Cristiana asumimos con decisión la Nueva Evangelización”.
· “Con el Plan de Pastoral, la Familia a Refundamentar”.
· “Con el Plan de Pastoral, un Despertar Vocacional”.

TEMA 1. Valoración del Año de la acentuación: “Recomenzar desde Cristo”.
2. Proyecto del Año de la acentuación: “Refundamentar la Familia”.
3. Presentación de proyectos y materiales.

SIGNO Icono de la Sagrada Familia.

ASISTENTES 14 Personas por Parroquia del Consejo Parroquial de Pastoral:
· 1 Coordinador del Consejo Parroquial
· 1 Secretario del Consejo
· 2 De la Comisión parroquial para la Pastoral Profética
· 2 De la Comisión parroquial para la Pastoral Litúrgica
· 2 De la Comisión parroquial para Pastoral Social
· 2 De la Comisión parroquial para la Familia, juventud y laicos
· 2 De la Comisión parroquial para Vocaciones y Ministerios
· 2 De la Comisión parroquial para la Pastoral de la Comunicación
· Todos los Sacerdotes Diocesanos: Clero Regular y Clero Secular o Diocesano.
· Religiosos de Vida Consagrada e Institutos Seculares. Las Religiosas invitadas por la CIRM.
· Todo el Seminario.
· Los representantes de Movimientos Laicales.

SERVICIOS PARA LA ASAMBLEA
1. COORDINACIÓN GENERAL:
Padres Decanos.
2. MEMORIA DE LA ASAMBLEA: Pbro. Joel Olvera Rivera.
3. PUBLICIDAD Y COMUNICACIÓN: Pbro. Saúl Ragoitia Vega y Pbro. Francisco Fernando Gavidia Arteaga y Equipo.
4. SECRETARÍA Y ECONOMÍA: Hna. Raquel Piña Hernández, Vicaría de Pastoral.
5. ENFERMERÍA: Pastoral de la Salud, Pbro. Alejandro Gutiérrez Buenrostro.
6. Pan, leche y CAFÉ : Decanatos de Santa Rosa
7. AGUA Y REFRESCOS: Decanato de Santiago
8. EDECANES: Pbro. Sacramento Arias
9. BANDAS: Decanatos de El Pueblito
10. ANIMACIÓN Y CANTO: Coro Adoremos
11. CORO PARA LA EUCARISTÍA: Escuela de Música
y Pbro. Benjamín Vega
12. LITURGIA: Pbro. J. Guadalupe y Pbro. Javier Martínez Osornio
13. SMA. VIRGEN DE LOS DOLORES DE SORIANO:
Pbro. Rogelio Cano
14. SONIDO: Pbro. Bernardo Reséndiz y peregrinas.
15. SERVICIOS QUE PRESTA EL SEMINARIO: Asear la casa, arreglo de lugares, arreglo de mesas, tienda, estacionamiento, lona, sillas, aseo, capilla, altar, servicio de altar.
________________________________________________
50 años de vida sacerdotal de Nuestro señor Obispo
Dentro de las celebraciones de los 50 años de vida sacerdotal de nuestro señor Obispo D. Mario De Gasperín, la Comisión Coordinadora de la Conmemoración de estos festejos, presidida por el M.I. Sr. Vicario General Mons. Salvador Espinosa Medina, organizó, el 4 de noviembre un Encuentro del Presbiterio Diocesano en el Seminario Mayor. A las dos de la tarde inicio Torneo Deportivo, en el que participaron quipos Formados por sacerdotes y seminaristas, el equipo que tenía como capitán al Pbro. Martín Felipe Reséndiz fue el ganador del torneo de futbol y el equipo que tenía como capitán al Padre Bernardo Reséndiz fue el ganador del torneo de basquetbol.

A las cinco de la tarde inicio la Concelebración presidida por el señor Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre, en esta santa Eucaristía se oro por el Santo Padre el Papa Benedicto XVI, se pidió a Dios que lo proteja, lo libre de sus enemigos y le conceda, mediante su laborioso pontificado, conducir a la Iglesia por caminos de paz y prosperidad; lo mismo, que se agradeció los grandes beneficios espirituales que aportó al sacerdocio el Año Sacerdotal que tuvo a bien proclamar y del cual nuestra Diócesis, todos nos vimos beneficiados. Una celebración muy intima nuestro señor Obispo con sus sacerdotes sin presencia de medios de comunicación; concelebraron con el señor Nuncio, nuestro señor Obispo D. Mario De Gasperín; el señor Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Mons. Rogelio Cabrera López; Mons. Samuel Ruíz García, Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas; Mons. Florencio Olvera Ochoa Obispo Emérito de Cuernavaca; los señores Vicario Generales de nuestra Diócesis Mons. Javier Martínez Osornio, Mons. Salvador Espinosa Mediana y 180 sacerdotes. Estuvieron presentes todos los seminaristas del Seminario menor y mayor, algunos invitados especiales y religiosas.

Al término de la Concelebración se paso al teatro del Seminario para disfrutar de un Concierto Conmemorativo ofrecido a nuestro señor Obispo a cargo de la «Escuela de Música Sacra y Conservatorio de Música José Guadalupe Velázquez», bajo la dirección del Pbro. Benjamín Vega Robles, la coordinación Carrera musical del Mtro. Pedro Hernández y del Mtro. Erick Fernando Escandón Martínez en la Coordinación sección Infantil; las Palabras de bienvenida estuvieron a cargo Pbro. J. Martín Lara Becerril, Rector del Seminario, recordó los momentos importantes de la Ordenación Sacerdotal que recibió Dn. Mario hace 50 años, y agradeció la labor pastoral que él ha desarrollado durante los años que ha sido Pastor de esta Diócesis. El Pbro. Gonzalo Vega Robles interpretó Plegaria de los tres amores de Francisco Álvarez, el programa continuo con Ensamble de Guitarras, Ensamble de metales, Cuarteto de Saxophones y terminaron con el Extracto de la Opera Rigoleto. Finalmente el Coro interpreto Aleluya del Oratorio de Judas Macabeo, Fragmento del Oratorio La Creación  y Te quiero. El emotivo festejo de comunión fraterna termino con la Cena que ofreció el Seminario, en el patio de la entrada principal.
_________________________________________________
Homilía del señor Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre en la Santa Misa de Acción de Gracias por el Jubileo de oro sacerdotal de nuestro señor Obispo D. Mario De Gasperín Gasperín
Santiago de Querétaro, Qro., 4 de noviembre de 2010

Querido Mons. Mario De Gasperín, queridos sacerdotes:
 
Con una comprensión que abraza todas las fibras de su ser y la totalidad de su alma, San Pablo comprendió que «nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor he renunciado a todo» (Fil 3, 8). Y, de alguna manera esta misma experiencia de comprensión del «bien supremo», fue lo que empujó a Don Mario De Gasperín, a dar al Señor una respuesta existencial afirmativa a la elección que hizo de él, para que fuera, primero, su discípulo y luego, su discípulo-apóstol invitado a servir a Dios movido por su Espíritu y poniendo su gloria en Cristo Jesús (cfr. Fil 3, 3).

Nos encontramos aquí, inmersos en la Eucaristía, precisamente para agradecer al Señor y a Mons. De Gasperín el «sí» perseverante que sin duda tuvo inicio el día de su bautismo y que, sostenido e impulsado por la gracia, fue madurando y haciéndose cada vez más consciente, particularmente en el momento en el que el Señor lo llamó a seguirle, a estar con Él y a configurarse con Él, para luego ser, desde hace ya 25 años, con Pedro y bajo Pedro, sucesor de los apóstoles y pescador de hombres,  a imagen del Buen Pastor. Por ello, con el salmista decimos: «Entonen en su honor himnos y cantos». «Recuerden los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos».

El Papa Juan Pablo II, en el primer capítulo de su libro «Don y misterio», dice que «en su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera infinitamente al hombre. Cada uno de nosotros, sacerdotes, lo experimenta claramente durante toda su vida» (BAC, Madrid 1996, p. 17). Efectivamente, la vocación sacerdotal es un gran misterio del que no podemos hablar sino con gran humildad y con profunda admiración y gratitud. Ser sacerdote para siempre y también, para siempre, sucedor de los apóstoles. Gran responsabilidad esta, como grande y plena debe ser la confianza en la misericordia divina que hace abrir el corazón a la esperanza y que a su vez impulsa a mantener firmes las manos en el arado, en el modo, lugar y tiempo que el Señor lo dispone.
Tú, querido hermano, has bien experimentado que no hay nada más bello y retador en la vida del sacerdote que procurando la santidad propia y la de los demás. Tú has bien comprendido y experimentado que no existe algo más urgente que predicar la Buena Nueva a todos los hombres; que no puede haber en la vida sacerdotal algo más maravilloso que pronunciar en primera persona y como propias aquellas palabras que sólo le pertenecen a Jesús y que por el misterio sacerdotal Cristo nos permite decir: «yo te absuelvo», «esto es mi Cuerpo», «esta es mi Sangre». Que no existe en nuestra vida sacerdotal algo más urgente y maravilloso que actuar «in persona Christi capitis», para perdonar los pecados, reconciliar corazones, transformar vida por la misericordia de Dios, y hacer presente en la celebración de la Santa Misa al Amor indestructible que salva y que da vida eterna.

Tú lo sabes y lo sabe bien quien, dirigiendo la mirada retrospectiva a su vida sacerdotal, constata cuánto la vivencia del misterio ha llenado su vida, permitiéndole ver crecer en torno a su ministerio sacerdotal una gran familia de hermanos y de hermanas, de padres, de madres y de hijos en el Espíritu, es decir de «familiares» y de amigos en Cristo, como los que hoy, ovejas del redil de Cristo, te acompañamos.
Ovejas de Cristo. Eso somos en realidad. Así lo narran las abellas y entrañables páginas del Evangelio que muestran a Jesús como el Buen Pastor, —imagen que los salmos y los profetas habían aplicado a Dios—, y a nosotros como sus ovejas. Imagen evocativa que a los primeros cristianos les resultó familiar, significativa y muy querida, tanto, que la más antigua imagen figurativa de Jesús que se conoce, encontrada en una de las catacumbas de Roma, es la del pastor con la oveja sobre sus hombros.

Como hemos escuchado en la Palabra apenas proclamada, Jesús, respondiendo a los fariseos que lo criticaban porque acogía a los pecadores y comía con ellos, les hace una pregunta: ¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja a las noventa y nueve en el desierto y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla?

Sus oyentes saben que para el pastor que cuida de su propi rebaño, cada oveja es importante y que no puede permitirse perder ni una sola, porque ninguna le es indiferente. El hecho de tener al seguro noventa y nueve, no justifica desinteresarse de una. Cada una es importante y, entonces, a la extraviada hay que buscarla sin importar esfuerzos y fatigas, hasta encontrarla; y cuando la encuentra, hay que curar sus heridas, saciar su hambre y su sed, cargarla sobre los hombros y devolverla, sana y salva, al redil. Su alegría es tan grande que no se la puede guardar y la comparte con sus amigos: «Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido».

Sin duda, este modo de hablar de Jesús agradaba a la gente sencilla; pero no a los de corazón orgulloso y complicado. Cuando sus adversarios lo critican, Jesús les habla del amor de Dios y de su solicitud por cada uno de los seres humanos, revelándoles que, cuando un pecador se convierte, el gozo en el cielo es inmenso. Porque para Dios, cada uno, cada pecador, es importante: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo como sacrificio de purificación por nuestros pecados» (1 Jn 4, 10ss.). Como recuerda Ezequiel (18, 23), «Dios no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta de su conducta y viva». Su misericordia es más grande que nuestras faltas: «El Señor es clemente y misericordioso, paciente y lleno de amor (...); no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga de acuerdo con nuestras culpas. Pues como la altura del cielo sobre la tierra, así es su amor con los que le honran; y como dista el oriente del poniente, así aleja de nosotros nuestros crímenes. Como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por sus fieles» (Sal 103).

El amor de Dios por nosotros es eterno. Por ello, en Jesús, Único y verdadero Pastor y en su Cuerpo Místico, sigue buscando a la humanidad de todos los tiempos. ¡Sí! Él sigue buscando al hombre, a todo el hombre y a cda uno de los hombres para liberarlos de la esclavitud del pecado y conducirlos a la libertad de los hijos de Dios. Él sigue buscando al hombre, a todo el hombre y a cada uno de los hombres para liberarlos de la esclavitud del pecado y conducirlos a la libertad de los hijos de Dios. Él sigue vivo y presente en la Iglesia, y de modo particular sigue presente a través de aquellos que Él mismo eligió como pastores de sus ovejas, para que sean voz del Hijo que ofrece palabras de vida eterna (Jn 6, 68); para que sean las manos que proporcionen el alimento del Cuerpo y Sangre del Señor (Jn 6, 55), y el agua del Espíritu Santo (Jn 4, 14), para que sean los corazones que conduzcan a la humanidad por el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6).

Por ello, —decía el Santo Padre—, «la santa inquietud de Cristo ha de animar al pastor: no es indiferente para él que muchas personas vaguen por el desierto. (...) El desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed; el desierto del abandono, de la soledad, del amor quebrantado. Existe también el desierto de la oscuridad de Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia de la dignidad y del rumbo del hombre. Los desiertos exteriores (que) se multiplican en el mundo, porque se han extendido los desiertos interiores».

La humanidad —ha dicho el Papa—, es la oveja descarriada en el desierto. Y la misión de la Iglesia en su conjunto y de cada uno de sus pastores consiste, precisamente, en ponerse en camino, como Cristo, para rescatar a los hombres de sus desiertos y para conducirlos al lugar de la vida, a la amistad con el Hijo de Dios que da vida en plenitud.

«Apacienta mis ovejas», dijo Jesús a Pedro; y apacentar quiere decir amar, esto es, estar dispuesto también a sufrir. La tarea del pastor puede parecer a veces gravosa. Pero es gozosa y grande, porque en definitiva es un servicio a la alegría de Dios que va en busca constante de la humanidad.

Queridos hermanos: Siguiendo al Buen Pastor, alentados por el testimonio de Mons. De Gasperín, salgamos siempre e incansablemente «a los caminos y desiertos» para llevar la invitación de Dios a todos los hombres. Servicio universal que abraza a todos, pero que supone y exige el compromiso por la unidad interior de la Iglesia, llamada a ser, por encima de todas las diferencias y límites, signo eficaz de la presencia de Dios en el mundo. «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros» (Jn 13, 34). Común-unión en el amor a la manera de Cristo. Esto lo quiere el Señor para todos, pero de manera especialísima, la quiere de nosotros: «Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros» (Ibid., 17, 11). Unidad que es la fuente de la fecundidad apostólica: «que sean uno pra que el mundo crea» (Ibid., 17, 21).

Muy querido hermano en el episcopado. Junto contigo dirigimos confiadamente nuestra mirada, nuestra oración y acción de gracias a Cristo, Buen Pastor, por el don del sacerdocio que, gracias a sus dones, has logrado hacer fructificar. Junto contigo, también dirigimos nuestra mirada de admiración y cariño a María Santísima, Madre nuestra y de toda la Iglesia, asombrándose de su radiante hermosura y grandeza, imagen y modelo de la Iglesia a la que a lo largo de todos estos años has servido y amado con todas tus fuerzas.

Que Ella siga cubriendo con su manto tu persona, tu ministerio y a toda tu grey, y te sostenga y acompañe día a día con su poderosa intercesión, hasta que llegue el gozoso momento en que puedas escuchar de los labios de Dios aquel: «Ven, siervo bueno y fiel...».

¡Felicidades Mons. De Gasperín. Que el Señor te siga colmando, hoy y siempre de sus bendiciones! Así sea.
 
† Christophe Pierre
Nuncio Apostólico en México
________________________________________________
El papel de la Iglesia en la Educación (33)
Reformas constitucionales 1992-1993 (2)
La reforma Constitucional al Artículo 130° Históricamente la relación iglesia - Estado en México se vio envuelta en serios conflictos motivados en buena parte por la defensa de los jerarcas eclesiásticos ante el sometimiento y las limitaciones que pretendían imponerle los gobiernos liberales a lo largo del siglo XIX. La pugna revivió al promulgarse la Constitución en 1917, ya que los artículos 3°, 5°, 27° y 130, a juicio de los dirigentes de la iglesia católica mexicana contenían un claro espíritu anticlerical. El conflicto se centró en el texto del artículo 130 que faculta al Estado para reglamentar el culto externo y alcanzó grandes proporciones alimentado por posturas radicales, tanto del lado del Estado como de la iglesia; el resultado fue el estallido de la rebelión cristera (1926 - 1929). Esta situación se mantuvo hasta tiempos recientes, cuando se determinó modificar el artículo 130, para legitimar acciones que eran claramente violatorias al texto constitucional.

Bajo el título de Ley de Asociaciones y Culto Público el ejecutivo envió al congreso de la Unión una iniciativa para reformar el Artículo 130 constitucional, con el propósito de adecuarlo a las condiciones en que se desenvolvía la iglesia en el entorno social y político del México actual. Dicha iniciativa fue aprobada en enero de 1992.

La reforma mantiene la facultad del Estado para reglamentar las actividades de culto externo, sin embargo hay modificaciones importantes en su contenido. Entre las principales destacan:

a) Se reconoce personalidad jurídica a las iglesias y corporaciones religiosas.
b) Se levanta la prohibición para que los extranjeros sean ministros de culto religioso.
c) Se reconocen derechos políticos a los ministros de cualquier culto religioso, para votar y ser votados. Para participar como candidatos a puestos de representación popular deberán cumplir con los requisitos que marca la ley.

Como consecuencia de la reforma al artículo 130 constitucional, hubo de modificarse el artículo 5° y el 27 en su fracción II. En el primer caso se prohibía el establecimiento de órdenes monásticas en territorio nacional, prohibición que quedó sin efecto a partir de enero de 1992; dentro del paquete de reformas aprobado por el congreso, con respecto al artículo 27 se derogó la prohibición que pesaba sobre la iglesia para poseer o administrar bienes inmuebles. Con la reforma de 1992, la fracción II del mencionado artículo establece Las asociaciones religiosas que se constituyen en los términos del artículo 130 y de la Ley reglamentaria tendrán capacidad para adquirir, poseer o administrar, exclusivamente los bienes que sean indispensables para su objeto, con los requisitos y limitaciones que establezca la ley reglamentaria. Para restituir por completo el Estado de Derecho en materia religiosa, habría que modificar aún más el artículo 24, que todavía refleja el principio liberal que considera que la religión sólo se puede practicar en el templo o en el domicilio particular. El cristianismo no admite ser reducido a ceremonias, devociones o actos de culto privados o públicos.

Este artículo se mitigó un poco con la reforma y dice ahora: «Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohiban religión alguna. Los actos religiosos de culto público se celebran ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos, se sujetarán a la ley reglamentaria». Con la reforma, la libertad religiosa se distingue de la libertad de cultos, que sí puede ser restringida por el Estado, pero se sigue entendiendo de manera exclusivamente individual, sin aceptarse aún plenamente el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
El domingo 20 de septiembre de 1992, el gobierno de la República dio a conocer la decisión de establecer relaciones diplomáticas con la Santa Sede, con el fin de modificar las relaciones del gobierno y los distintos actores sociales y políticos del país, para fortalecer la capacidad de México para consolidar sus objetivos históricos: soberanía, democracia, libertad y justicia, reconociendo la personalidad jurídica de las Iglesias y demás agrupaciones religiosas. Noticia que causó júbilo entre los católicos mexicanos y del mundo.

El siguiente paso sería sellarlas con el intercambio de embajadores, las relaciones diplomáticas se hicieron oficiales mediante el intercambio de notas diplomáticas entre la Cancillería mexicana y la Secretaría de Estado de la Santa Sede, las cuales fueron publicadas simultáneamente el 21 de septiembre de 1992. Un experimentado político, el profesor Enrique Olivares Santana fue designado embajador de México ante el Santo Padre. La Embajada de México inició sus labores el 20 de octubre del mismo año. y Mons. Jerónimo Prigione sería designado embajador del Vaticano ante el Gobierno mexicano
 
La nueva Representación dio continuidad a las tareas que ya venía realizando, de manera informal, una misión establecida en abril de 1990 por Agustín Téllez Cruces, como representante personal del Presidente de México. El cardenal Ernesto Corripio Ahumada, en nombre de la Arquidiócesis de México, fue el primero en solicitar el registro como ASOCIACIÓN RELIGIOSA, conforme a los nuevos ordenamientos legales. Posteriormente hizo lo mismo el Excmo. Sr. De Gasperín para la Diócesis de Querétaro, el 24 de noviembre de 1992.

El Presidente de México formalizaba oficialmente los vínculos diplomáticos con el Vaticano, al recibir las cartas credenciales que le presentó el embajador extraordinario y plenipotenciario de la Santa Sede Mons. Jerónimo Prigione. El embajador Prigione declaró que la Iglesia está consciente de la nueva responsabilidad que le corresponde luego de que el Congreso de México autorizó las reformas constitucionales. El 28 de noviembre de 1992 en solemne audiencia, el santo Padre recibió al señor Enrique Olivares Santana, primer embajador de México ante la Santa Sede, que presentó las cartas que lo acreditaban en el alto oficio.

Muy pocos eclesiásticos aceptaron en el momento de la reforma constitucional que el reconocimiento de las iglesias y de la libertad religiosa era una pieza más en el conjunto de cambios re-privatizadores exigidos por el nuevo modelo económico. No tuvieron una visión de conjunto ni entendieron que el nuevo modelo económico afectaría a todas las instituciones y a la cultura.

Hoy se puede decir que nada sustancial ha cambiado ni para el pueblo mexicano ni para las bases de las comunidades católicas. En nada se ha sentido que las iglesias gocen de mayor libertad. Algún día y durante unas horas se ve a algunos jerarcas católicos presentes en el recinto legislativo cuando el Presidente lee su informe anual. Las religiosas, los religiosos y el clero pusieron en regla y legitimaron la posesión de sus bienes, aunque sólo los más rezagados, porque a esas alturas ya eran muchos los que las tenían plenamente legitimadas por vías indirectas, bajo la forma de asociaciones civiles. En los medios de comunicación aparecieron más noticias sobre cultos en las iglesias. Pero también se criticó más acremente cualquier declaración de cualquier dirigente católico contra el actual modelo económico.
«Verbum Vobiscum»

No hay comentarios: